martes, 14 de abril de 2020

Las cintas de video y discos más sexies de Marilyn Monroe (1982) Norman Mailer


Marylin Monroe en cinco películas | Cultura | EL PAÍS

Las cintas de video y discos

más sexies de Marilyn Monroe
(1982)
    De modo inexplicable e increíble, Marilyn Monroe ha surgido de los detritus de lo insignificante, el cementerio de las películas viejas. Está más vívida sobre la pantalla que otras. Tiene más energía, más humor, más compromiso con el papel y la actuación: actúa, juega con los papeles, emite la felicidad de que está actuando, y eso es indispensable para cualquier entretenimiento barato.
    Marilyn tenía inteligencia —una inteligencia de artista— y hacia el final de su carrera su gusto se acercaba a lo magnífico. Debía de tener un sentido profundo de lo que era entero en la gente y de lo falso, porque sus propias caracterizaciones eran sólidas: sabía cómo entrar en una escena con el aura plena del personaje que interpretaba, y así era capaz de sugerir todo lo que había ocurrido en el otro lado de la escena, la brisa que había olfateado, el umbral de la puerta donde había pegado con el dedo del pie, el capricho errante de un pensamiento prohibido que hay que ocultar, y cinco distracciones apropiadas para el personaje arrastrándose como serpentinas. Incluso al principio debe de haber visto la vida como una especie de sopa divina de situaciones, donde cada aroma hablaba de la primacía del estado de ánimo.


    Marilyn resplandece incluso cuando vemos sus películas hoy.
    En cinta de video y disco
    • Los caballeros las prefieren rubias (1953)
    Con Jane Russell, MM, Charles Coburn, Elliott Reid, Tommy Noonan. Dirigida por Howard Hawks. ( Casete Magnetic Video, color, 91 minutos, U$D 599,95 )
    Nunca más en su carrera ella se verá tan sexualmente perfecta como en Los caballeros las prefieren rubias . Se verá más sutil en los años futuros, más adorable, por cierto más encantadora, más sensible, más luminosa, más tierna, más heroína, menos vulgar… pero nunca más parecerá tan cerca de un cuerpo dispuesto a rodar sobre el borde del mundo y dejar caer tu cuerpo en una caída de almohadas y miel.
    Baila con toda la gracia que va a necesitar cuando hace Los caballeros las prefieren rubias , toda la gracia y todo el dinamismo: ¡es una estrella de comedia musical con gracia! ¡Los diamantes son el mejor amigo de una mujer! ¡Qué sorpresa! Y canta tan bien que Darryl Zanuck (jefe de Twentieth Century-Fox) primero creerá que la voz estaba doblada.
    Marilyn es una maravilla en Los caballeros las prefieren rubias . Llega a la película con el aspecto de una ganadora y la deja como una ganadora. Si había tenido las primeras lecciones de actuación menos de seis años antes, y nunca había estado ni cerca de trabajar sobre un escenario de Nueva York, eso no tiene importancia ante su comprensión del cine. Habita el encuadre incluso cuando no está presente. Así como una vez se había adelantado al fotógrafo y se había pintado a sí misma en el lente, ahora se adelanta al director. En esta película, y en Una Eva y dos Adanes , en un grado menor en La comezón del séptimo año o en Nunca fui santa o Los inadaptados , es como si ella hubiese sido el director secreto.
    Marilyn debe de haber sido la primera encarnación del camp , porque Los caballeros las prefieren rubias es una película perfecta, en el sentido en que las primeras películas de Sean Connery-James Bond eran perfectas. En semejantes clásicos del camp , que llegarían diez años y más después de Los caballeros las prefieren rubias , ningún actor era serio ni por un instante, ni cualquier situación era ni remotamente verosímil; el arte era sostener la no existencia, la contraexistencia, como para sugerir que la vida no puede ser abarcada por una mirada directa: no estamos sólo en la vida sino en su costado absurdo, unido a algo más también, algo misterioso y de la esencia del desapego. Así que en Los caballeros las prefieren rubias ella es un deleite sexual, pero también es lo opuesto a eso, una voz particularmente cool que parece decir «Caballeros: pregúntense qué soy realmente, porque finjo ser sexual y eso puede ser más interesante que el propio sexo. ¿Creen que he llegado a ustedes desde otro lugar?». Incluso podía ser una visitante que ha estudiado las costumbres de los humanos: nos cruza por la cabeza la desdichada sospecha de que nunca sabríamos si ella era una santa o un demonio.
    En todo caso, es la primera película que nos permite hablar de ella como una gran comediante, lo cual significa decir que sostiene una relación exquisitamente leve con los truenos dramáticos del triunfo, la desgracia, la ambición y el cálculo: es además una artista de primer nivel de la burla —ella dramatiza una peculiaridad cardinal de la existencia en este siglo—, la mentira, cuando está bien encarnada, parece ofrecer mayor asidero sobre la existencia que la verdad.

Cómo se filmó la célebre escena de Marilyn Monroe con su vestido ...
    • El mundo de la fantasía (1954)
    Con Ethel Merman, Donald O’Connor, MM, Dan Dailey, Johnnie Ray, Mitzi Gaynor. Dirigida por Walter Lang ( Casete de Magnetic Video, color, 117 minutos, U$D 59,95 )
    El guion es claramente inferior a Su pecado fue jugar (un vehículo que Marilyn rechazó), y en vez de actuar con Frank Sinatra (en Su pecado fue jugar ), tiene a Donald O’Connor como protagonista masculino. Cuando Marilyn usa tacos altos, O’Connor parece quince centímetros más bajo. Peor aun, Ethel Merman está en la película. Marilyn apenas puede cantar en competencia con Merman. Dan Dailey, un viejo profesional de Mujer al fin (en la que Marilyn apareció brevemente), es usado para bailar en su mejor estilo y esforzarse al máximo en guiones atroces. También está Johnnie Ray, en el tope de su moda. Marilyn se siente como una amateur entre veteranos. Está fuera de práctica y no había hecho una película en ocho meses, en realidad, sólo está haciendo esta como parte de un acuerdo para conseguir La comezón del séptimo año .
El elegante y sensual estilo de Marilyn Monroe

    • La comezón del séptimo año (1955)
    Con MM, Tom Ewell, Evelyn Keyes, Sonny Tufts. Dirigida por Billy Wilder. ( Disco de RCA SelectaVision, CED, color, 105 minutos, U$D 19,95; Casete de Magnetic Video, color, 105 minutos, U$D 59,95 )
    Marilyn está rellenita, casi gorda, la carne está a punto de desbordar cada bretel, los muslos parecen pesados, la parte superior de los brazos dan un indicio de que será macizamente gorda si alguna vez envejece, tiene un vientre que sobresale como ningún vientre de gran estrella en muchos años, y sin embargo es la viva encarnación elástica de la pulcritud. Es su canto de cisne en cuanto a ser un objeto sexual. Demuestra una vez más que es tan buena como los actores con los que trabaja, y ella y Tom Ewell ejecutan una marcha a través de la película. Como la Chica de Arriba, una modelo de TV en Nueva York durante el verano en Colorado, crea una última inocente norteamericana, un artefacto prístino de mediados de los años de Eisenhower, una chica norteamericana que cree en el producto que vende en los avisos de TV: es tan simple y saludable como todo el centro del país, y está allí para ser arrancada.
    • Nunca fui santa (1956)
    Con MM, Don Murray, Arthur O’Connell, Betty Field, Eileen Heckert. Dirigida por Joshua Logan. ( Casete de Video Magnetic, color, 96 minutos, U$D 59,95 )
    Después de rechazar bosquejos preliminares para su vestimenta, Marilyn eligió prendas andrajosas y buscó medias desgarradas en el guardarropas con costuras groseras, compró un triste glamour sureño de pueblo chico con estas prendas raras (un trabajo perfecto de objetivación), y dio vida a algunos adornos físicos de la biografía que estaba por interpretar, Cherie! , y de ese modo empezó a crear un papel cómico tan triste, tan provocativo, tan deslumbrante en la falta de conciencia de la propia pobreza de talento que algunos la considerarían su película mayor. Para ciertos espectadores, es la única película que hizo donde estaba dispuesta a presentar un personaje independiente de ella misma, incluido el acento —lo que oímos no es la voz de Monroe sino los tonos opacos de un tonto acento cansino del sur, ella comunica continentes de ignorancia básica en cada hueco de las vocales, y sus ojos rotan y se lanzan hacia los rincones, tan inquietos sin embargo como desprovistos de vida, como canicas agitadas cada vez que habla sobre las promiscuidades del pasado—. Marilyn tiene la opaca fiebre esquizoide de la basura blanca sureña pobre, queda en blanco ante los dilemas morales, en blanco ante la provocación, en blanco ante el pavor: Marilyn sugiere toda la muerte que ya ha visitado al personaje en el modo mecánico, recordado a medias en que cliquea el interruptor para su spot rojo durante una canción y baile. Así que Nunca fui santa se convierte en un vehículo para Monroe, pero el resto de la película sufre, las escenas de grupo podrían haber sido hechas por un director de unidad de la MGM y gran parte de la atmósfera establecida por los actores secundarios tiene el tono exagerado de los papeles menores en una compañía de teatro rutinaria que ha estado demasiado tiempo en el camino.
La belleza de Marilyn Monroe en fotos - Revista Estilo Honduras

    • Una Eva y dos Adanes (1961)
    Con MM, Tony Curtis, Jack Lemmon, George Raft, Pat O’Brien, Joe E. Brown. Dirigida por Billy Wilder. ( Casete de Vidamerica, blanco y negro, 120 minutos, sólo para alquiler )
    Esa figura de ternura inmaculada, absoluto desconcierto y tonta dulzura dipsomaníaca que es Sugar Kane en Una Eva y dos Adanes es la más grande creación de Marilyn Monroe, en su película mayor. Toma una farsa improbable y de algún modo ofrece cierto sentido indefinible de promesa para toda lógica absurda en el tonto esquema de las cosas, hasta que la película se convierte en el más raro de los objetos modernos de arte, una afirmación : el espectador está más atraído por la idea de la vida cuando terminan las dos horas. A pesar de toda la habilidad de Wilder, y el director tal vez nunca haya estado mejor, a pesar de todas las actuaciones de primer nivel de Tony Curtis y Jack Lemmon, y una exhibición de maestría tardía de Joe E. Brown, no habría sido más que una película muy divertida, no más, y desaparecería de la mente en cuanto hubiera terminado de no ser por Monroe. Ella aportó una evocación tan buena y rara que parecía encajar en la misma disposición de las cosas, como si Dios —después de poner unos pocos hombres justos sobre la Tierra para mantener unido el universo— estuviese ahora atando el cosmos también con unos pocos ángeles un poco lerdos.
    • Los inadaptados (1961)
    Con Clark Gable, MM, Montgomery Clift, Eli Wallach, Thelma Ritter. Dirigida por John Huston. ( Casete de Magnetic Video, blanco y negro, 124 minutos, U$D 59,95 )
    Una divorciada joven, Roslyn Taber (Marilyn), empieza a vivir en el desierto de las afueras de Reno con un cowboy de mediana edad, Gay Langland, interpretado por Gable, mientras otros dos cowboys , Eli Wallach y Monty Clift, empiezan a encontrarla atractiva, flirtean con ella, y al parecer esperan que la relación con Langland termine. Después de un tiempo, los hombres salen a cazar mustangs para atraparlos y venderlos. Es uno de los pocos modos que quedan para ganarse la vida «un poco mejor que con un salario». Roslyn los acompaña, pero queda horrorizada ante la crueldad de la captura y la tristeza insensata del objetivo. Si estos mustangs eran vendidos en una época como caballos para ser cabalgados por niños, ahora son enlatados como comida para perros. Así que Monroe tiene una guerra con Gable, que está decidido 1) por su captura del último mustang como un gesto para sí mismo, más 2) liberar al caballo como un gesto para ella. El film termina con tales gestos. Se alejan cabalgando juntos para enfrentar un mundo en el cual cada vez habrá menos maneras de ganarse la vida con algo mejor que un salario.
    La cuestión es que Los inadaptados es una película, sobre todo en su primera mitad, que se mueve con una hidráulica de argumento no más poderosa que un matiz dejado caer como una pluma sobre otro: así, está más cerca de la naturaleza de la mayoría de las relaciones emocionales que otras películas. Pero su virtud es también su vulnerabilidad. Vemos a Roslyn y Langland unirse, dormir juntos, armar un hogar juntos, sentimos a los otros dos cowboys posarse en el borde de esta relación, pero no se dan hechos emocionales, no se plantean categorías o cimientos, porque el argumento nunca es atornillado. No sabemos exactamente cómo llega a sentir Roslyn por cada hombre, ni cuánto siente. La película es aun menos precisa que una biografía. A diferencia de otras películas, no tenemos guía para la línea emocional del corazón. En cambio, ella parece estar trémula en la pantalla con tantas posibilidades de realidad. Cuando sostiene la cabeza de Monty Clift en la falda después de que lo han herido en el rodeo, no sabemos si es maternal o está emocionada  con él, o las dos cosas: tampoco es probable que ella sepa lo que siente. En la vida, ¿cómo podría saberlo?
    Así que la película es distinta en tono a otras, y Marilyn es distinta por entero de otras actrices, incluso distinta de otras actuaciones de ella en el pasado. Aquí no es sensual sino sensorial , y por un sentido de la palabra que puede ir a la raíz: ella no parece poseer ningún bosquejo claro en la pantalla. No es tanto una mujer como un estado de ánimo, una nube de sentidos a la deriva bajo la forma de Marilyn Monroe: no, ella nunca ha estado más luminosa.
    Para grabar de la TV
    • Ladies of the Chorus (1948)
    Con Adele Jergens, MM, Rand Brooks, Nana Bryant. Dirigida por Phil Karlson. ( Blanco y negro, 61 minutos )
    Una mala película de clase B sobre una joven estrella del burlesco (¡casta!), hija de una estrella del burlesco mayor (con clase), enamorada del vástago de una familia noble. Se estrenó en 1948, y es la primera película donde podemos verla realmente; canta, baila, actúa, incluso tiene una pelea de gatos con tirones de pelos, bofetadas, gritos, golpes incómodos reminiscentes de muchachas que arrojan pelotas de béisbol: la película es terrible, pero Marilyn no. Es interesantemente acartonada en los sitios equivocados (como un tenue indicio de la ola de camp por venir), y canta y baila con una dulce vitalidad, incluso hace todo lo que puede por lograr que uno no esté de acuerdo en que es del todo imposible que esté enamorada de Rand Brooks, el vástago de una familia rica (que debe de ser, por cierto, el protagonista más chato que a cualquier ingenua ambiciosa le hayan designado para amar alguna vez), pero lo que es más interesante en la comodidad de estudiar a esta actriz que va a llegar tan lejos es el curioso aire de confianza que emite, un narcisismo sobre sus propias potencialidades tan grande que se convierte en una especie perfumada de sex appeal , como si una muchacha magnífica acabara de entrar a un cuarto atestado y declarase: «Soy con mucha ventaja la más hermosa de este lugar». Desde luego, no lo es. No todavía. Los dientes delanteros sobresalen apenas una fracción (como los de Jane Russell), el mentón es un poco puntudo, y la nariz es un milímetro demasiado ancha y sugiere un hocico de lechoncito. Sin embargo, se acerca a ser preciosa en su propio estilo, con una especie de aspecto de huelo-bien, soy-maravillosa. Es como un bebé al que todos aman: ¡qué sabios son los puntos de vista restringidos de uno cuando ve en retrospectiva!
    • Locos de atar (1950)
    Con Chico, Groucho y Harpo Marx, Ilona Massey, Raymond Burr, Vera-Ellen, MM. Dirigida por David Miller. ( Color, 85 minutos )
    En Locos de atar , con Groucho Marx, Marilyn tiene un momento clásico: el famoso movimiento ondulatorio de sus caderas es revelado por primera vez en una película. Es un momento desopilante en la película, la llamada salvaje del trasero de una muchacha extraña para Groucho Marx, que se atraganta con el cigarro en una mueca lasciva.
    —¿Cuál parece ser el problema? —pregunta.
    —Los hombres insisten en seguirme todo el tiempo. —Marilyn sale, con Mae West en un bolsillo, y Jean Harlow en el otro. Es desopilante, pero ella puede haber estado desesperada.
    Dos veces contratada, dos veces despedida, y se está acercando a los veintitrés años de edad: Elizabert Taylor, que es cuatro años más joven, ya es famosa. Así que pone todo lo que sabe de provocación, exageración, y el naciente arte del camp en el balanceo: «Tómame desde atrás, soy tuya», dicen las caderas ondulantes.
    • Almas perdidas (1954)
    Con Robert Mitchum, MM, Rory Calhoun, Tommy Rettig. Dirigida por Otto Preminger. ( Color, 91 minutos )
    Una «película de cowboys clase Z» es la concisa descripción de Monroe sobre Almas perdidas . Es la única mujer y, rodeada de vigorosos actores masculinos, también está empapada en escenas con un muchacho actor y con un director famoso por moler los huesos de los actores en las fauces de su rabia legendaria. Es la película más desmoralizante en la que Marilyn haya interpretado un papel central, y debe de ser la peor película de Preminger.
    • El príncipe y la corista (1957)
    Con MM, Laurence Olivier, Sybil Thorndike, Richard Wattis. Dirigida por Laurence Olivier. ( Color, 117 minutos )
    La ironía de El príncipe y la corista es que resulta mejor de lo que cualquiera tiene derecho a esperar de la historia (pesadillesca) de su realización, pero eso se debe a que Monroe está espléndida: ¿las maravillas nunca terminarán?
    Además está encantadora. Por cierto, Milton H. Greene es un genio con el maquillaje. Marilyn nunca exhibirá una paleta femenina tan maravillosa, sus colores viviendo a la sombra del jardín inglés. Un matiz no puede aparecer en su rostro sin tener el tono del pétalo de una flor. Los labios son rosados, las mejillas tienen cada color del rubor suavizado. Sombras de color lavanda se pierden en el cabello. Una vez más ella habita cada cuadro de la película.
    Desde luego, Olivier a su vez no puede dejar de ser excelente. Es un actor demasiado grande como para no ofrecer un trazado definitivo de un archiduque balcánico. Si hay mil virtuosismos en su acento, es porque sus virtuosismos siempre están instalados dentro de otros virtuosismos: un mazo de cartas consumado. Ocurre que sólo está ahí interpretándose a sí mismo. Así que uno nunca puede creer que Monroe lo atrae. (De hecho, es más creíble cuando resopla: «¡Ella tiene tanto comme il faut como un rinoceronte!») De cualquier manera, está por lo tanto destacando el alto nivel de artificio del guion.
    • La adorable pecadora (1960)
    Con MM, Yves Montand, Tony Randall, Frankie Vaughan; cameos de Milton Berle, Bing Crosby, Gene Kelly. Dirigida por George Cukor. ( Color, 118 minutos )
    Marilyn nunca hizo una película donde esté tan ordinaria. Una triste verdad está ante nosotros. El arte y el sexo no son más compatibles de lo que tratan de ser. Está desteñida en la película, y aburrida.
    También en cintas de video (1950)
    Los videocasetes que Norman Mailer decidió no reseñar en profundidad incluyen:
    La malvada (1950)
    Con Bette Davis, Anne Baxter, George Sanders, Celeste Holm, MM. Dirigida por Joseph Mankiewicz. ( Casete de Magnetic Video, blanco y negro, 138 minutos, U$D 79,95 )
    Tempestad de pasiones (1952)
    Con Barbara Stanwyck, Paul Douglas, Robert Ryan, MM. Dirigida por Fritz Lang. ( Casete de Video Communications, blanco y negro, 105 minutos, U$D 49,95 )
    Cómo pescar un millonario (1953)
    Con MM, Betty Grable, Lauren Bacall, William Powell, David Wayne, Rory Calhoun. Dirigida por Jean Negulesco. ( Casete de Magnetic Video, color, 96 minutos, U$D 59,95 )
    Marilyn Monroe (1967)
    Documental con narración de Mike Wallace. ( Casete de Karl Video, blanco y negro, 30 minutos, U$D 45 )
    Fallen Stars: Elvis and Marilyn (1963, aprox.)
    Documental con narración de John Huston. ( Casetes de Discount Videotape/Sound Video Unlimited, blanco y negro, 60 minutos, U$D 39,95 )
    Marilyn también hizo Entre el águila y la serpiente y Vuelta a casa para Metro. Para Twentieth fueron Fama sin gloria, Nunca es tarde, Viudas adorables, Me jugué la mujer, Travesuras entre matrimonios, Almas desesperadas, Polizones y polizontes, Lágrimas y risas y Niágara . Todas son, en distintos grados, películas sin importancia, y necesitan poca descripción más que sus títulos. Travesuras entre matrimonios vale una nota al pie de cualquier historia del cine, porque Jack Paar tiene un papel en ella. Travesuras entre matrimonios es cómica, y Almas desesperadas , aunque es una pieza de cine lento y desilusionante, vale la pena ser estudiada por un estudiante de Monroe porque ofrece allí una actuación seria en el papel de una muchacha desquiciada, con matices alternativos de atontamiento e histeria, aunque no logra proyectar amenaza. Es un papel al que no vuelve a acercarse. Tiene un clásico viaje de doble de riesgo en un automóvil en Polizones y polizontes , una escena con Charles Laughton en Lágrimas y risas , y un rol protagónico en Niágara , en la que ella ofrece el único interés.
    Después de su orgía de atención en Los caballeros las prefieren rubias y su habilidad en robarles Cómo pescar un millonario a Betty Grable y Bacall, logró pasar El mundo de la fantasía y Almas perdidas para seguir y ser el centro de toda producción posterior (salvo por La adorable pecadora , que no tiene centro), dominando a los directores y escapando con cada película. Todas, en diverso grado, se han convertido en sus películas. Pocos boxeadores profesionales podrían exhibir semejante serie de triunfos.
    Los films que Marilyn hizo en los últimos años de su vida son los mejores, la realización de un arte. Su arte se profundizó. Ella mejoró. Su sutileza adquirió más resonancia. A la altura de Los inadaptados no era tanto una mujer como una presencia, no un actor, sino una esencia: el lenguaje es hipérbole, sin embargo sus efectos no lo son. Aparece en esos esfuerzos finales como una existencia visual distinta de la de otros actores, y así deja su leyenda adonde pertenece, que es sobre la pantalla.

Muhammad Ali en la literatura de Norman Mailer

Norman  Mailer (Long BranchNew Jersey31 de enero de 1923 - Nueva York10 de noviembre de 2007), fue un escritornovelistaperiodistaensayistadramaturgocineastaactor y activista político estadounidense. Junto con Truman Capote, está considerado el gran innovador del periodismo literario
En 1948, justo antes de entrar en la Sorbona en París, escribió la obra que lo haría famoso en el mundo, The Naked and the Dead (Los desnudos y los muertos), basada en sus experiencias durante la guerra. Fue aclamada por muchos como una de las mejores novelas estadounidenses tras la guerra y la Modern Library (sección de la editorial Random House) la calificaría como una de las cien mejores novelas.



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