sábado, 25 de abril de 2020

El hombre sin atributos Robert Musil DOSSIER describir la conciencia humana con una exactitud hasta entonces desconocida


La fuerza sugestiva de la acción es más poderosa que la del ...


El hombre sin 
atributos
    No es una casualidad que las gigantescas novelas de Proust y Joyce, que hacen un inventario de la cultura, se desarrollen poco antes de la I Guerra Mundial pero se escriban durante la guerra o una vez ya acabada. Un mundo se venía abajo, y en ese momento era posible captar su esencia mediante el recuerdo. Lo mismo cabe decir del equivalente alemán de estas dos novelas, El hombre sin atributos , de Robert Musil (1880-1942).
    El mundo que aquí se describe se llama «Kakania», término con el que Musil alude a la Austria-Hungría imperial-real ( kaiserlich-königliche ). El protagonista es Ulrich, un hombre de 32 años que ha dedicado su vida al ejército, la ingeniería y las matemáticas y que ahora —como no sabe qué rumbo van a tomar los acontecimientos— decide darse un año de tiempo para decidir qué quiere hacer en la vida. Este esquema parece responder a la clásica novela de formación, pero el problema es que Ulrich es un hombre sin cualidades. Él no cree que el carácter sea la clave para comprender las cosas: sólo cree en la lógica impersonal de los sistemas. En consecuencia, la novela presenta a Ulrich como el punto de intersección entre diversas opciones ideológicas y científicas, que constituyen para él otras tantas posibilidades de sí mismo. De este modo la novela se convierte en un laboratorio en el que se experimenta con ideas e ideologías. Nos permite conocer a jóvenes nietzscheanos, a judíos liberales, a socialistas desnutridos, a nacionalistas resentidos, a espíritus goetheanos, a sexólogos freudianos, a generales interesados por el mundo intelectual, a amantes de las artes, a acelerados pedagogos, a grandes industriales apasionados por el arte y la literatura, a extasiados idólatras wagnerianos y a toda una larga serie de ideólogos, fanáticos y excéntricos.
    La novela gira en torno al nombramiento de Ulrich como secretario de un comité que planea la llamada «acción paralela». Se trata de los preparativos para la celebración del septuagésimo aniversario del reinado de Francisco José I en Viena, que corren paralelos a los preparativos para la celebración del trigésimo aniversario del reinado de Guillermo II en Berlín. La ironía de la historia es que este doble aniversario tiene lugar en 1918, el año de la abdicación de ambos emperadores.
    Esta novela, como la de Joyce o la de Proust, al describir el mundo contemporáneo describe también el mundo del siglo  XIX , que se hundió con la I Guerra Mundial, y más concretamente las fuerzas que lo hicieron estallar. Pero con este mundo también se hizo añicos la idea que el siglo  XIX consideró como más real: la idea de historia. La misma novela, en tanto que forma literaria, forma parte de esta idea; por eso el siglo  XIX fue la época de la novela. Al mismo tiempo, en la novela se mostró antes que en las demás formas artísticas la fragilidad de la idea de historia. Joyce, Proust y Musil todavía ofrecen grandes síntesis, y para ello se sirven de fórmulas parecidas cuyo propósito es salir del tiempo, ya sea a través del recuerdo, de la epifanía o de la mística. De este modo logran describir la conciencia humana con una exactitud hasta entonces desconocida: el flujo de la conciencia de Molly Bloom, la vivencia de la magdalena de Proust y los viajes incestuosos de Ulrich forman parte de los «pasajes más excelsos» de la literatura moderna.


Dietrich Schwanitz

Amazon.com: El hombre exacto : ensayo sobre Robert Musil ...


JEAN-PIERRE COMETTI, El hombre exacto. Ensayo sobre Robert
Musil, traducción de Laura Claravall, Ediciones del
Subsuelo, Barcelona, 2018, 190 pp. ISBN 978-84-944328-
8-0. (L’homme exact. Essai sur Robert Musil, 1997.)

Hacía mucho tiempo que no oía hablar de Robert Musil, casi tanto,
probablemente, como el que hace que se publicó en francés el original de
El hombre exacto, hace más de veinte años. La traducción de Laura
Claravall mantiene la fidelidad al texto de Jean-Pierre Cometti más allá
del oficio ante la imposibilidad de aducir una recepción crítica
comparable a la francesa —de la que el propio Cometti es todo un
paradigma— o a la italiana; de hecho, gracias a las traducciones de El
anillo de Clarisse de Claudio Magris o de Paraíso y naufragio de
Massimo Cacciari, y ahora de El hombre exacto, ha podido conservarse
esporádicamente el interés por un autor del que se ha traducido
prácticamente toda su obra sin que se haya generado, con la lengua franca
de la cultura, un mundo de lectores en español. Tal vez hubieran podido
formarlo los escritores que lo han leído, de Juan Benet —cuya Región
debe tanto al condado de Yoknapatawpha como a la “Mitropa” de
Kakania— a José María Guelbenzu, que reseñó la última reedición de El
hombre sin atributos apoyándose menos, sin embargo, en su tarea de
novelista que en los argumentos de Magris,1 y desde luego lo formarán los
lectores que, en español o en cualquier otra lengua, sigan emulando el
programa de Musil de vivir en la historia de las ideas en lugar de vivir en
la historia universal o en la historia de la literatura. Pero que a Musil se lo
recuerde sobre todo como a un cronista de la descomposición del Imperio
austrohúngaro o como a un escritor para escritores no garantiza su
lectura. Si hubiera podido leer la Meditación de la técnica, el ingeniero
Musil, “el hombre exacto”, habría estado de acuerdo con Ortega:
“Dándose cuenta o no de ello —decía Ortega—, el hombre occidental no
espera nada de la literatura”.
La relación de la literatura con la exactitud que Musil preconizaba,
y que tenía en su opinión un carácter utópico, es el hilo conductor del
libro de Cometti. Para Musil, según Cometti, “el tipo de exactitud que
apareció con la ciencia y el mundo modernos poseía un significado que
nuestras costumbres nos ocultan, de tal modo que nuestra moral sigue
supeditada a prácticas de otra época” (p. 21; cf. con la cita de El hombre
sin atributos [1.62] de la página 57: “La moral, en su sentido genérico, era
para Ulrich nada más que la forma senil de un sistema de fuerza que no es posible confundir con la moral sin pérdida de fuerzas éticas”).
A diferencia de los germanistas italianos, preocupados sobre todo
por lo que Furio Jesi llamó la “máquina mitológica” —el mito absburgico
de Magris—, Cometti (1944-2016), que también recuerda la condición de
“Austria como símbolo moderno” (pp. 22-3), encarna a un lector capaz de
hacer frente a las exigencias cognitivas de Musil, a una “existencia
fundamentalmente intelectiva” que puede, a pesar de ello, “estar llena de
significado” (p. 27). Traductor al francés de Wittgenstein, de Charles
Sanders Peirce, de John Dewey, de Richard Rorty o de Robert Brandom,
entre otros; conocedor minucioso de la estética contemporánea en la que
la influencia de Wittgenstein se ha unido al pragmatismo, por seguir con
una serie cuya coherencia es ejemplar, y autor de una obra propia tan
sólida como la de sus referentes, Cometti ha dedicado mucho esfuerzo a
explicar por qué, en efecto, podríamos no esperar nada de una literatura
que no hubiera aceptado las reglas de juego e incluso el lenguaje de la
ciencia y de la técnica modernas. En muchos aspectos, Musil (como el
mismo Ortega) representa lo contrario de Heidegger en la pregunta sobre
la técnica. En Musil philosophe (Seuil, París, 2001), Cometti presentaría
al autor de El hombre sin atributos como un escritor consumado en el
terreno de lo que llamaba “la utopía del ensayismo”. “Utopía” es, de
hecho, uno de los términos más frecuentes en la monografía de Cometti
sobre El hombre exacto, hasta el punto de superar el término mismo de
“exactitud” o de forzar la comparación entre ambos: compárese la “utopía
de la exactitud” (pp. 35, 52) con la “utopía de la vida motivada” (p. 32).
“Utopía”, en Musil, es un término apolítico, más cercano a la ética o a la
estética o a la diferencia y la distancia, casi en proporciones matemáticas,
entre la ética y la moral (p. 56). En la medida en que Musil no parecía
esperar nada de una literatura que no fuera capaz de incorporar esa visión
utópica se vio obligado a distinguirse de “literatos” como James Joyce,
Marcel Proust o Thomas Mann (pp. 54, 99: Mann como Groβschrifteller,
“gran escritor” o “escritor al por mayor”), del mismo modo que su
“hombre sin atributos” tenía que corresponderse con “un mundo de
atributos sin el hombre” (pp. 63-64).
Musil tuvo que hacer frente al reproche de ser demasiado
inteligente para ser un verdadero escritor (p. 79). Esa inteligencia, sin
embargo, solo estaba aplicada, como arguye Cometti, a resolver o, al
menos, a plantear, las dos cuestiones fundamentales que le dan a la obra
de Musil, especialmente a El hombre sin atributos, su pleno significado:
cómo vivir y por qué no se hace la historia (pp. 115 y 171). Musil, y
Cometti, defienden que se trata de preguntas simétricas, aunque tal vez
sea su asimetría, la incomensurabilidad de la vida y de la historia, lo que
explique el carácter inacabado de la obra de Musil —su condición de obra
póstuma en vida, por decirlo con sus propias palabras— y la dificultad de
una interpretación que vaya más allá de una descripción de la
modernidad como una tarea inacabada que le prestaría un carácter 
mitológico, especular. El propio Ortega se vio preso en el mismo dilema
de una razón vital e histórica. Cómo hay que vivir es una pregunta clásica.
Hacer historia (o no poder hacerla) es una pregunta moderna.
El último epígrafe del libro de Cometti lleva por título ‘La literatura
es inconmensurable’. Comienza con una cita de los Diarios de Musil:
“¿Para qué sirven las anotaciones de un escritor si no es para librarlo de la
impotencia?”. Como explica muy bien Cometti, a esa impotencia o
esterilidad —que la relación incestuosa de Ulrich y Agatha pone de
manifiesto— le debe El hombre sin atributos el prestigio con el que se ha
situado en la historia universal o de la literatura. Con una frase que
orienta perfectamente su propio trabajo, Cometti escribe: “Podríamos ver
en ello el signo de una época en la que la disminución global de lectores
iba acompañada de un aumento proporcional del espacio que ocupaban la
crítica y la lectura culta” (p. 173). A esa lectura culta Musil le habría
ofrecido una escritura que, en lo esencial, era una “interpretación” o un
“prototipo de solución” (p. 174). Es curioso que la lectura de El hombre
exacto haya aumentado la ambigüedad respecto a esa escritura
inconmensurable con una literatura de la que no esperábamos nada.

Antonio Lastra


Robert Musil Imágenes De Stock & Robert Musil Fotos De Stock - Alamy


El hombre sin atributos: resumen, crítica, y todo lo que desconoce

El hombre sin atributos, entérese brevemente de todos los detalles referentes a esta monumental obra de reflexiones filosóficas que refleja la vida en los últimos días del desaparecido imperio austro húngaro, y el impacto que empezó a tener la modernidad a principios del siglo XX.El hombre sin atributos

Resumen de El hombre sin atributos

Robert Musil, 1880-1942, es el autor de la novela “Der Mann ohne Eigenschaften”, cuyo titulo en castellano se menciona como “El hombre sin atributos”, y en alguna ocasiones se titula como “El hombre sin cualidades”, es una obra extensa que fue escrita en varias partes desde el año 1933 hasta el año 1943. Es considerada una novela histórica porque recrea los últimos años del imperio austro húngaro desde 1914.
El personal central de la novela es un hombre de 32 años, llamado Ulrich, y la narración tiene como escenario Europa, el antiguo imperio austro húngaro, llamado en la novela como Kakania, durante el periodo de las dos grandes guerras del siglo veinte; los acontecimientos de El hombre sin atributos se desarrollan en torno a la figura de un movimiento político anti alemán conocido como Acción Paralelael-hombre-sin-atributos-01

El hombre sin atributos es como el protagonista de esta novela, Ulrich, un hombre que vive la realidad pensándola como posibilidades, una existencia donde la juventud se identifica con realidades sociales hipotéticas. Aunque para algunos estudiosos de la obra de Robert Musil, cuando plantea la existencia de un hombre sin atributos se refiera a quien no es capaz de amar totalmente, o quien vive sin mejorar su condición social o humana.
En su primera parte la novela El hombre sin atributos desarrolla lo concerniente al concepto de Acción Paralela. Ulrich pertenece a este tipo de organismo de lucha por cuestiones sociales,  en la que ocupa un cargo de distinción, sus amigos dicen de él que es El hombre sin atributos por carecer de cualidades musicales, pero él define a un hombre sin atributos a quienes carecen de sentimientos e ideales.el-hombre-sin-atributos-02
Ulrich en ocasión de la muerte de su padre se reencuentra con su hermana Agathe, luego de varios años sin haber sabido de ella, y se entera que ha tenido dos matrimonios. Agathe de su primer esposo se separó aunque convivieron hasta que este falleció y del segundo se desilusionó y terminó separándose y sufrió una depresión que la llevó por un tiempo al alcoholismo e intentó suicidarse.
Ulrich y su hermana desarrollan una relación tan íntima que bordea el incesto, para él se plantea como un amor basado en la contemplación, sin sexualidad, un sentimiento seráfico. Esta relación que se da entre hermanos es para el autor de El hombre sin atributos una tributación a su fallecida hermana, a la cual no llegó a conocer porque falleció antes que él viniera al mundo.el-hombre-sin-atributos-03
En El hombre sin atributos se analiza el proceso del surgimiento del nacional socialismo y considera que su surgimiento, como una amenaza al mundo, se dio más por asuntos emocionales y de psicología que por cuestiones ideológicas, como una alucinación de las masas que sucumbieron al temor y a la ira del sistema implantado por el nazismo, actuando todo el imperio como una secta de culto al superhombre. 
Dejando de lado sus sentimientos por su hermana Agathe, quien se volvió a alejar de él, Ulrich se enreda en otros amores, se convierte en el amante de la esposa de un juez, una mujer poco agraciada en la que ve la posibilidad de tener un amor sin ser poseído totalmente; Otro de sus amoríos es con la mujer de un renombrado músico, Clarisse, con quien entabla una relación solo carnal.el-hombre-sin-atributos-04
Ulrich en sus funciones como militante de Acción Paralela  llega a conocer a muchas personas que lo hacen reflexionar sobre el sentido de la vida, y en algunas ocasiones piensa que las personas con atributos son aquellas que poseen riqueza, como Arnheim, un científico que trabaja en formas de inseminación, sin embargo discierne que los hombres con atributos son quienes tienen sentimientos e ideales de lucha social.
El Hombre sin tributos en sus tres volúmenes, realizados en el lapso de una década, refleja más que las tramas románticas del personaje central, las formas de decadencia de los últimos años del imperio austro húngaro, nombrado en esta novela como el imperio de Kakania, y es una reflexión filosófica de los primeros años del siglo XX, sobre la existencia y el surgimiento del modernismo y las sociedades industrializadas. 

Crítica de El hombre sin atributos

La novela El hombre sin atributos es una extensa obra literaria que esta compuesta por tres voluminosos libros, los dos primeros fueron escritos entre los años 1930 y 1933, el tercero se publicó en 1943, luego del fallecimiento de su autor Robert Musil en 1942. En ella se hacen reflexiones filosóficas sobre diversos temas resaltando las que conciernen a los asuntos políticos durante los últimos años del imperio austro húngaro.
Sus reflexiones sobre las relaciones amorosas, abarca gran parte de la obra y sus criticas a estos asuntos tienen el tono de la ironía; Con sus disertaciones sobre las emociones y los sentimientos que dieron origen al auge del nazismo, El Hombre sin atributos, refleja las cuestiones psicológicas que llevaron a las masas a integrarse al nacional socialismo como si de una secta religiosa se tratara.el-hombre-sin-atributos-05
Por sus planteamientos filosóficos de la sociedad europea de principios del siglo XX, la crítica literaria considera a la novela El hombre sin atributos una obra de gran influencia, sin embargo por su extensión y narrativa detallada, se considera poco accesible a un gran número de lectores, reservada más para un ejercicio de investigación que de recreación. Por ser una obra que su autor no llegó a acabar, su desenlace se considera incierto.el-hombre-sin-atributos-06
https://resumiendolo.com/c-novela/el-hombre-sin-atributos/

No hay comentarios:

Publicar un comentario

David Foster Wallace - Borges en el diván

Las biografías literarias presentan una paradoja desafortunada. La mayoría de los lectores que se interesan por la biografía de un es...