Es el manuscrito medieval más grande del mundo: mide 92 centímetros de alto; 50,5 de ancho, y 22 de grosor. En correspondencia a tamañas dimensiones, pesa lo suyo: 74,8 kilos. Tiene 624 páginas de papel vitela para elaborar las cuales fueron necesarias las pieles de 160 animales. Los expertos no han podido determinar si se trataba de becerros o asnos.
Todo en el Codex Gigas —del latín libro grande— tiene dimensiones astrales. Más que un libro, es una constelación. Como todo ser titánico, tiene varios nombres: Biblia del Diablo, Codex Giganteus, Gigas librorum, Fans Bibel, Hin Håles Bibel (La Biblia del Viejo Nick) y Svartboken (El libro negro).
También el contenido es dispar: una transcripción en latín de la Biblia Vulgata en escritura carolingio minúscula —el texto bíblico no es íntegro: faltan algunos libros como el Apocalipsis—. Como si se trata de una colección de favoritos, el redactor añadió a los libros sagrados el Chronica Boemorum (Crónica checa) de Cosmas de Praga; un compendio de curas, encantamientos mágicos y conjuros de exorcismo; dos trabajos del historiador judío Flavio Josefo; las Etimologías gramáticas del arzobispo polímata San Isidoro de Sevilla; tratados del médico Constantino el Africano, un calendario, una lista necrológica de personas fallecidas…
Este desmedido prontuario de saberes y fanatismos es el gran tesoro de la Biblioteca Nacional de Suecia en Estocolmo. Ilustrado por iluminaciones en rojo, azul, verde y dorado, tiene iniciales capitulares también pintadas —a veces de una página entera de altura—, y la escritura no muestra, como ocurre con casi todos los manuscritos medievales, señales de cansancio, torpeza o hastío en la caligrafía del escriba: la perfección es siempre la misma a lo largo de toda la obra.
Redactado entre 1204 y 1230 —la fecha se puede establecer con certeza por las necrologías incorporadas al manuscrito como adenda— en algún lugar de Bohemia (hoy parte de la República Checa), la inmutable caligrafía y el estilo y pigmentación de las iluminaciones aseguran que fue compuesto por una sola persona. Los expertos de la biblioteca sueca han deducido que el trabajo debió ocupar a este solitario redactor-dibujante unos treinta años de vida.
La teoría más plausible es que se tratara de Hermannus Heremitus (Germán el Recluso), un monje del monasterio de Podlažice, cerca de Chrudim. Acaso fue una tarea de expiación realizada en aislamiento y relacionada con la regla de los benedictinos, los monjes negros cuyos hábitos eran símbolo de renuncia al mundo terrenal, tomaban los votos de obediencia y castidad y se sometían a castigos físicos, silicios cilicios, ayunos, privación de sueño y autoflagelación.
El contorno legendario que debe alumbrar a todo libro tan extremo como el Codex Gigas dice que Germán el Recluso era débil y vanidoso y fue condenado a morir emparedado por el superior del monasterio. En un intento desesperado para evitar el castigo, prometió escribir en una sola noche un libro total que condensara las sabidurías humana y divina. Los superiores cedieron con mofa pero el monje pactó con el Diablo y a la mañana siguiente entregó el volumen, guiado por la mano de Satanás del mismo modo que la Biblia había sido conducida por la de Dios.
La leyenda aún prosigue unos años más, maridada con la historia y quizá consumándola. El libro conllevaba una maldición contra sus poseedores y, cuando el monasterio natal resultó asolado por la epidemia y la ruina, el abad entregó el códice en venta a la orden rival, los monjes blancos cistercienses, que condujeron el tomo a los alrededores de Praga, donde lo veneraban en una capilla levantada sobre tierra trasladada desde el Gólgota donde crucificaron a Cristo. La peste bubónica persiguió al Códex Gigas hasta el nuevo emplazamiento y los compradores devolvieron a los benedictinos de Bohemia el libro negro.
En 1561, el príncipe Rodolfo II de Habsburgo, sobrino de Felipe II y heredero del Archiducado de Austria y el Reino de Hungría, recibió el horóscopo que había encargado al astrónomo Nostradamus. El adivino francés le remitió un complicado diagrama que predecía la muerte del padre de Rodolfo y el ascenso del joven príncipe al trono para convertirse en emperador del Sacro Imperio Romano.
La certeza de las predicciones enviaron de cabeza al soberano al reino de la alquimia y lo oculto. Cuando se enteró de la leyenda del códice consiguió que los monjes se lo regalaran, contrató a una legión de expertos para que tradujesen e interpretsaen la obra y, se dice, rendía culto en ceremonias privadas la imagen del diablo de la página 290.
Dedicado por completo a las excentricidades —entre ellas coleccionar gigantes y enanos con los cuales formó un regimiento de soldados—, Rodolfo vació las arcas del reino. En 1608 un consejo de familia le declaró loco y ordenó la abdicación. Cuarenta años más tarde los suecos se apoderaron del Códex Gigas como botín en la Guerra de los Treinta Años, lo empacaron en un gran cofre de madera, lo trasladaron 1.500 kilómetros hacia el norte y lo entregaron como regalo a la reina Cristina de Suecia, que lo añadió a su biblioteca personal.
Pocos años después, tras convertirse al catolicismo, abdicar y retirarse a vivir en Roma para estar más cerca de su nuevo dios, la exsoberana regaló al Vaticano todas las notables biblias que le pertenecían. Por razones nunca explicadas, dejó el manuscrito en Estocolmo.
El último capítulo de la inusitada historia del volumen tuvo lugar en 1655, cuando un incendio asoló la Biblioteca Real sueca. Dos empleados cargaron la Biblia del Diablo y la aventaron por una ventana. Cayó encima de dos personas que resultaron gravemente heridas y un par páginas se perdieron, pero el volumen sigue en perfecto estado y apenas se ha movido de la ciudad nórdica. En 2008, el gobierno checo pagó a Suecia cerca de diez millones de dólares para poder trasladar el códice hasta Praga para ser expuesto temporalmente en el país en el que fue escrito.
Para quien desee saber más sobre este ejemplar extraordinario y su no menos formidable historia, la Biblioteca Nacional de Suecia expone en su web material abundante sobre el Codex Gigas. Una de las secciones del microsite permite ver cada página del libro en alta resolución y con todo detalle.
Jose Ángel González
No hay comentarios:
Publicar un comentario