sábado, 7 de marzo de 2020

"Elegía y recuerdo de la canción francesa", de Jaime Gil de Biedma

Foto: Brassaï

     Elegía y recuerdo de la canción francesa

 C'est une chanson
qui nous ressemble.

KOSMA Y PRÉVERT, Les feuilles mortes


            Os acordáis: Europa estaba en ruinas.
            Todo un mundo de imágenes me queda de aquel tiempo
            descoloridas, hiriéndome los ojos
            con los escombros de los bombardeos.
5          En España la gente se apretaba en los cines
y no existía la calefacción.

Era la paz —después de tanta sangre—
que llegaba harapienta, como la conocimos
los españoles durante cinco años.
10        Y todo un continente empobrecido,
carcomido de historia y de mercado negro,
de repente nos fue más familiar.

¡Estampas de la Europa de postguerra
que parecen mojadas en lluvia silenciosa,
15        ciudades grises adonde llega un tren
sucio de refugiados: cuántas cosas
de nuestra historia próxima trajisteis, despertando
la esperanza en España, y el temor!

Hasta el aire de entonces parecía
20       que estuviera suspenso, como si preguntara,
y en las viejas tabernas de barrio
los vencidos hablaban en voz baja...
Nosotros, los más jóvenes, como siempre esperábamos
algo definitivo y general.

 25       Y fue en aquel momento, justamente
en aquellos momentos de miedo y esperanzas  
—tan irreales, ay— que apareciste,
oh rosa de lo sórdido, manchada
creación de los hombres, arisca, vil y bella
 30      canción francesa de mi juventud!

Eras lo no esperado que se impone
a la imaginación, porque es así la vida,
tú que cantabas la heroicidad canalla,
el estallido de las rebeldías
35        igual que llamaradas, y el miedo a dormir solo,
la intensidad que aflige al corazón.

Cuánto enseguida te quisimos todos!
En tu mundo de noches, con el chico y la chica
entrelazados, de pie en un quiosco oscuro,
 40      en la sordina de tus melodías,
un eco de nosotros resonaba exaltándonos
con la nostalgia de la rebelión.

Y todavía, en la alta noche, solo,
con el vaso en la mano, cuando pienso en mi vida,
45        otra vez más sans faire du bruit tus músicas
suenan en la memoria, como una despedida:
parece que fue ayer y algo ha cambiado.
Hoy no esperamos la revolución.

Desvencijada Europa de postguerra
50       con la luna asomando tras las ventanas rotas,
Europa anterior al milagro alemán,
imagen de mi vida, melancólica!
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos,
aunque a veces nos guste una canción.

                                     De Moralidades, 1966

El pasado 7 de enero se cumplieron treinta años del fallecimiento del poeta Jaime Gil de Biedma, uno de los miembros de la generación poética de los cincuenta que mayor influencia ha ejercido en la poesía española posterior, a pesar de contar con una obra poética muy breve.  Como recordaba recientemente Javier Rodríguez Marcos, Gil de Biedma  (1929-1990) culminó la tarea de introducir en la poesía española los modos narrativos y meditativos de la poesía anglosajona, que había iniciado Luis Cernuda, uno de sus maestros.

Klaus Dirscherl ("Poesía bajo Franco: Jaime Gil de Biedma entre compromiso y juego intertextual", en AIH. Actas X, 1989) señala que en su colección Compañeros de viaje (1959) -cuyo título procede de la expresión acuñada por Lenin para designar a los burgueses que apoyaban la Revolución-  Jaime Gil de Biedma -compañero de viaje a pesar de no haber sido admitido en el Partido Comunista por su condición de homosexual-  se muestra todavía próximo a la poesía social, si bien no comparte la confianza de algunos de sus compañeros de generación en cambiar la realidad por medio de la poesía, mientras que en Moralidades se aparta aún más de la poesía comprometida, aunque no abandona sus críticas al régimen franquista ni su consternación por el estado del país. 

Con Moralidades, publicado en México por problemas con la censura española, alcanza su madurez poética. Lo compuso, como observa  Dirscherl, en un momento en que "el compañerismo solidario de los primeros años de posguerra se había disuelto" y se había perdido la esperanza de una pronta caída del régimen franquista. Esa transformación, que conlleva la pérdida de la ilusión, se muestra de manera  evidente en el poema seleccionado, especialmente en el penúltimo verso: "Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos". El poema expresa, pues,  la desilusión sobre la situación española en el presente  del yo poético (años 60 del siglo XX: "Hoy no esperamos la revolución", v. 48), que recuerda con melancolía los años de posguerra, cuando España y Europa se asemejaban en la miseria y algunos españoles confiaban en que los cambios que había traído el fin de la Segunda Guerra Mundial propiciaran la desaparición del régimen franquista. 

Para el poeta, explica Dirscherl,  el punto culminante de "ansia y nostalgia hacia Europa" es la canción francesa, esa "rosa de lo sórdido" que, al contrario que la canción española,  canta "lo no esperado" (v. 31), "la heroicidad canalla" (v. 33), "el estallido de las rebeldías" (v. 34) y despierta la nostalgia de rebelión y de transgresión entre los españoles aislados de Europa y sometidos a censura.  Al mostrar su entusiasmo por la canción francesa, el poeta critica implícitamente la literatura "oficial" de España.

La referencia intertextual a "Les feuilles mortes", una canción que canta el fin de un amor, para Dirscherl, es, en realidad: 
una mise en abisme de la desilusión de Jaime Gil de Biedma que ha transformado la euforia española por la canción francesa en un canto nostálgico a la solidaridad de los 50. Así como el amante en la canción de Prévert se aflige por su amor perdido "sans faire de bruit" (v. 45), así se aflige Gil de Biedma por los "compañeros de viaje" de su juventud que ya no son solidarios.  
Yves Montand y Edith Piaf, en la película Ètoile sans lumière (1946)

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