No existe ninguna religión o forma particular de la espiritualidad que sirva a todo el mundo y, por tanto, no solo es respetuoso sino también práctico dejar de tratar de imponer a los demás sistemas de creencias o de prácticas que han sido útiles para uno mismo.
La otra cara de esta gran diversidad de creencias consiste en que los seres humanos compartimos ciertos elementos comunes dados por nuestra biología (nuestra humanidad compartida), en particular, compartimos un cerebro, un cuerpo, una mente y un mundo emocional complejo que está en parte determinado por la genética, en parte por el ambiente y (por suerte) también en parte por lo que entrenamos como hábitos mentales, emocionales y conductuales en nuestra vida. Desde esta perspectiva, e independientemente de nuestras creencias, podemos considerar el hecho de que nuestro cerebro es neuroplástico, es decir, que puede cambiar en su estructura y funcionalidad en respuesta a nuestras experiencias, y que podemos entrenar nuestras formas de pensar, emocionar y actuar en direcciones menos sufrientes y más constructivas, en beneficio de uno mismo y de los demás.
Al volver a ver este vídeo de Matthieu Ricard como recurso para un taller de humanización de la salud en Chile, pensé que el mensaje del mismo era suficientemente potente y rico para compartirlo con ustedes en este blog. Este vídeo de 6 minutos surge a propósito de un gran libro de Matthieu, En Defensa del Altruismo, que recomiendo como libro de consulta sobre la bondad y la compasión desde un lenguaje de divulgación científica, con la claridad, profundidad y sencillez habitual de Matthieu. Que disfruten de este vídeo.
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