miércoles, 15 de abril de 2020

Guillaume Apollinaire Selección poética


Picasso  "Apollinaire en el estudio de Picasso a las 11, boulevard de Clichy, otoño de 1910".  Ampliado a través de la fotografía de un nuevo negativo por Dora Maar, circa 1937-1940, impresión en gelatina de plata, 23,7 × 17,9 cm.  París, Musée national Picasso.  © Sesión Picasso.

Picasso "Apollinaire en el estudio de Picasso a las 11, boulevard de Clichy, otoño de 1910". París, Musée national Picasso. © Sesión Picasso



Introducción

    Guillaume Apollinaire, poeta genial para muchos, violentamente criticado por otros. ¿Quién fue ese hombre extraordinario que canta al amor con sensualidad y lirismo, amante de la libertad y de la vida, encendido cantor de la guerra, punta de lanza de la vanguardia poética y artística, y en ocasiones defensor de los valores tradicionales?
    Wilhelm Apollinaris de Kostrowitzky nació en Roma el 26 de agosto de 1880, hijo de la unión pasajera de una aristócrata polaca y de un militar italiano (según otras versiones, su padre fue el entonces obispo de Mónaco, Monseñor Theuret). Posteriormente adquiriría la nacionalidad francesa, con el nombre de Guillaume Apollinaire.
    Educado en Mónaco y en el sur de Francia, destacó muy pronto por sus conocimientos de poesía moderna y por su carácter inconformista y rebelde, lo que no le impedía obtener las mejores calificaciones en sus estudios. Lector infatigable, su carácter se vio marcado por la vida nómada que llevaba con su aventurera madre. En 1899 se instalaron en París. Durante un año (1901-1902) fue preceptor en Alemania, donde se enamoró de una joven colega inglesa, a la que después visitaría repetidas veces en Londres, y cuyo rechazo motivaría poemas como La canción del Mal Amado o Annie . Apollinaire conoce a Picasso y Max Jacob, y empieza a frecuentar los círculos literarios y artísticos de la bohemia de Montmartre. Para hacer frente a sus dificultades económicas escribe algunas novelas eróticas, como Las once mil vergas y Memorias de un joven Don Juan , que publica bajo seudónimo.
    Poco a poco empieza a colaborar en sucesivas revistas y se inicia en la critica de arte. De sus largas y casi diarias entrevistas con Picasso, Salmón y Max Jacob surgiría todo el movimiento de la pintura moderna.
    En 1911 es robada La Gioconda en el Museo del Louvre . Su amigo y antiguo secretario Géry Piéret, que había robado unas estatuillas en el museo, compromete indirectamente a Apollinaire, que es encarcelado como sospechoso de complicidad en los robos. Sus amigos organizan la protesta y es liberado al cabo de una semana. Esta breve estancia en prisión fue traumatizante para él, y dio lugar a algunos poemas angustiosos ( En la Santé ). Publica El bestiario o Cortejo de Orfeo . Se dedica, cada vez con mayor pasión, a la defensa de los nuevos pintores ( Los pintores cubistas , 1913).
    Con varios amigos, funda Soirées de París , el órgano del arte y de la poesía de vanguardia. Publica Alcoholes , colección que contiene poemas escritos entre 1889 y 1913, y en los que suprime todos los signos de puntuación. En adelante, ya no puntuará más sus versos. De Alcoholes se ha dicho que es una de las obras capitales en la historia de la poesía moderna.
    En 1914, a pesar de ser aún extranjero, se enroló voluntariamente en el ejército. Un breve y apasionado romance fue el origen de sus Poemas a Lou , escritos en un tono melancólico y sensual que, según André Billy, «sobrepasan en su desorden a la más voluptuosa poesía oriental».
    En la guerra, Apollinaire sufrió una gran transformación. El bohemio parisino se convirtió en un hombre que cantaba al honor, al deber militar, al patriotismo. El chovinismo francés le ganó por entero. En 1916 fue herido gravemente en la cabeza. Por una extraordinaria coincidencia, el mismo día en que fue operado apareció su obra El poeta asesinado , cuya cubierta representaba a un caballero con el cráneo ensangrentado.
    Su prestigio y su influencia alcanzaron el punto más alto. Colaboraba en las principales revistas de vanguardia. Soñaba con un humanismo fundado en el conocimiento del pasado y el pleno acuerdo entre la poesía y la ciencia. En esta última época publicó Vitam impenderé amori y Caligramas que, junto a Alcoholes , es su obra capital.
    Debilitado por sus heridas y víctima de la gripe murió en París, el 9 de noviembre de 1918.
    Cuando nos enfrentamos ante la vida y la obra de Apollinaire nos surge el interrogante de la contradicción, la contradicción flagrante que acompaña al poeta a lo largo de su vida. No se puede despachar a Apollinaire con un calificativo simplista. La comprensión de este poeta significa la comprensión de la esencia de la poesía. No creo que exista nadie capaz de dogmatizar al respecto.
    La poesía, como una constante búsqueda de la Belleza (símbolo de la perfección y de los absolutos que anhelamos: «He creído tomar toda la belleza y sólo he tenido tu cuerpo / El cuerpo ay carece de eternidad»), se contradice con su función de dar cauce expresivo y creativo a la sensibilidad, al mundo de las emociones y de los afectos, y al campo fantástico del inconsciente individual y colectivo. Considero a la fantasía como un ingrediente más de lo existente, pero no llego a conceder ese «estatuto de realidad» al idealismo espiritualista en que la poesía cae con demasiada frecuencia. No es éste el momento ni el lugar adecuado para desarrollar con precisión mis ideas al respecto; digamos simplemente que existe un difícil equilibrio entre «realidad sensible» y fantasía, entre realidad pluridimensional y símbolo, equilibrio que muy pocos poetas consiguen mantener. Apollinaire tampoco lo logra. Apollinaire es el espejo vivo de las contradicciones de la poesía y del arte, en general. Quien quiera entender algo al respecto necesita leer y reflexionar sobre el sentido de la vida y obra de este gran poeta.
    Contradictorio Apollinaire. En sus Poemas a Lou refleja esa melancolía, esa frustración y ese anhelo de absolutos, ese Paraíso perdido que busca afanosamente. El idealismo y romanticismo más desatinados se alían con una magistral construcción formal de los poemas. Sus cantos al amor y a la libertad contrastan con su vida amorosa real, en la que convierte a la mujer objeto de lujo, angelical, símbolo de la belleza y de lo sublime en un ser inferior al que domina y, en ocasiones, tiraniza. Por último, el joven poeta anarquizante y bohemio se transforma en el cantor de la guerra, en el cantor del primer desastre mundial en la disputa por el reparto del botín colonial. El poeta, maravillado por la sangrienta epopeya («Canto a la belleza de todos nuestros dolores»), influenciado por la propaganda patriótica, se inflama de chovinismo y se convierte en brillante defensor de valores tradicionales.

    Apollinaire, uno de los poetas más contradictorios en la esencial contradicción de la poesía. Punta de lanza innovadora del movimiento artístico de principios de siglo. Orientador y defensor de los nuevos valores y tendencias («Jamás los crepúsculos vencerán a la aurora»), precursor inmediato de ese movimiento fructífero que fue, y en cierto modo sigue siendo, el surrealismo, y que entronca, al margen del campo estrictamente poético, con numerosas ramas del arte y del pensamiento del siglo XX . Poeta polémico e inconformista que, junto a espectaculares audacias formales, es capaz de un extraordinario lirismo y de expresarse en un tono sencillo y emotivo. Poeta siempre en movimiento, en una constante metamorfosis personal. Poeta de la vitalidad, que canta a la libertad de expresión, a la pasión desnuda, al placer y al sexo liberado. El erotismo fue uno de los grandes resortes de su poesía.

    Incapaz de utilizar el método de análisis, procedía siempre por intuición y se dejaba guiar por su gran imaginación poética, por su maravillosa capacidad para establecer relaciones entre ideas y cosas aparentemente dispares; aunque se basaba siempre en el simbolismo de la imagen y la riqueza de detalles; aunque amaba el misterio («El misterio en poesía es tan legítimo como la claridad»), las fábulas y los mitos, Apollinaire fue siempre un humanista que anduvo a tientas, y por diversos caminos, a la búsqueda de este Arte Único que le permitiera expresar sin dicotomías, sin dualismos, al hombre total. En el fondo, fue un artista que ansiaba integrar la inteligencia y la emoción en una misma expresión poética. Apollinaire, un hombre contradictorio en un mundo en crisis. Una obra fundamental en la historia de la poesía moderna.
    José Manuel López


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Alcoholes
    Desde 1904, Apollinaire pensaba reunir en un pequeño libro titulado El viento del Rhin los poemas que había traído de su estancia en Alemania. En varias ocasiones fue anunciada su inminente aparición. En 1908, sin embargo, El brasero y Los esponsales habían revelado una estética nueva, a la que el poeta mismo dio el nombre de «Onirocrítica». Pronto, bajo la influencia de las teorías pictóricas y de los movimientos de vanguardia, se iría orientando hacia un «modernismo» cuyo papel irá creciendo en su poesía, sobre todo a partir de 1912.
    Por otra parte, el encuentro con Marie Laurencin, en 1907, alejaba los recuerdos de su pasado y aportaba durante unos años un cierto equilibrio a su vida sentimental, antes de surgir los malentendidos que, sobre todo a partir de 1912, ensombrecieron sus relaciones.
    Así, Apollinaire empezó a pensar en una selección más amplia que El viento del Rhin, y que cubriría el conjunto de su producción poética desde 1898 a 1912, seleccionada con un cuidadoso método. Así pues, eligió:
    1.— Poemas antiguos, de los que fueron eliminados los menos originales y los menos aceptados, transformando otros para darles un aire nuevo.
    2.— Rompiendo la estructura preparada para El viento del Rhin y agrupando nueve bajo el título de Renanas.
    3.— Introduciendo los poemas titulados En la Santé, recuerdo de su paso por la prisión.
    Renunciando entonces a una clasificación cronológica o temática, adopta una disposición más flexible, comenzando por el poema más reciente, que es a la vez una vuelta al pasado y un manifiesto poético, y equilibrando después piezas de forma y de inspiración diferentes.
    En el verano de 1912, la organización general del libro, que aún no se llamaba Alcoholes sino Aguardiente, estaba acabada. Por fin, en abril de 1913, en las ediciones del Mercure de France aparece la edición especial de Alcoholes. La crítica se muestra al principio severa y sorprendida. Lo más notable es la unidad de estos poemas escritos desde los 18 a los 32 años por un poeta que participó en las estéticas más diversas. Lejos del «milagro ingenuo» del que hablaba André Gide, Alcoholes es, como toda obra de arte, el fruto de una larga maduración.



Zona
    Al fin estás cansado de este mundo viejo
    Pastora oh torre Eiffel el rebaño de los puentes bala esta mañana
    Estás harto de vivir en la antigüedad griega y romana
    Aquí hasta los automóviles parecen antiguos
    Sólo la religión ha quedado nueva la religión
    Ha quedado simple como los hangares de Port Aviación
    Sólo en Europa no eres antiguo oh cristianismo
    El europeo más moderno eres tú Papa Pío X
    Y a ti a quien las ventanas espían la vergüenza te impide
    Entrar en una iglesia y confesarte en ella esta mañana
    Lees los prospectos los catálogos los afiches que cantan en alta voz
    He aquí la poesía esta mañana y para la prosa están los periódicos
    Hay entregas de dos céntimos llenas de aventuras policíacas
    Retratos de hombres ilustres y mil diversos títulos
    He visto esta mañana una bonita calle cuyo nombre he olvidado
    Nueva y limpia como la claridad del Sol
    Los directores los obreros y las bellas mecanógrafas
    De lunes a sábado por la calle pasan cuatro veces al día
    Por la mañana tres veces la sirena brama
    Una campana rabiosa ladra a mediodía
    Las inscripciones de los rótulos y muros
    Los letreros los avisos como loros chillan
    Me conmueve de esta calle industrial
    Situada en París entre la calle Aumont-Thiéville y la Avenida de Ternes
    He aquí la joven calle y aún no eres más que un niño
    Tu madre no te viste más que de azul y blanco
    Eres muy devoto y con el más antiguo de tus compañeros Rene Délize
    Nada os gusta más que la pompa de la iglesia
    Son las nueve el gas está bajo entero de azul salís del dormitorio a escondidas
    Rezáis toda la noche en la capilla del colegio
    Mientras que una eterna y adorable profundidad de amatista
    Gira para siempre la flamante gloria de Cristo
    Es el bello lirio que todos cultivamos
    Es la eterna antorcha de cabellos rojizos
    Es el hijo pálido y bermejo de la dolorosa madre
    Es el árbol siempre frondoso de todas las oraciones
    Es la doble potencia del honor y de la eternidad
    Es la estrella de seis puntas
    Es Dios que muere el viernes y resucita el domingo
    Es el Cristo que sube al cielo mejor que los aviadores
    Detenta el récord mundial de altura
    Pupila Cristo del ojo
    Sabe convertirse en la vigésima pupila de los siglos
    Y convertido en pájaro este siglo asciende como Cristo
    Los diablos en los abismos alzan la cabeza para mirarlo
    Dicen que imita a Simón mago en Judea
    Gritan si sabe volar que lo llamen volador [1]
    Los ángeles revolotean alrededor del bello volador
    Caro Enoch Elias Apolonio de Triana
    Flotan en torno al primer aeroplano
    A veces se apartan para dejar pasar a los que llevan la Santa Eucaristía
    Estos sacerdotes que ascienden eternamente elevando la hostia
    Sin posar las alas finalmente él se posa
    Entonces el cielo se llena de millones de golondrinas
    Raudos llegan los cuervos los halcones los búhos
    De África llegan los ibis los flamencos los marabúes
    El pájaro Rocho celebrado por los cuentistas y los poetas
    Vuela llevando en sus garras el cráneo de Adán la primera cabeza
    El águila desciende del horizonte lanzando un agudo grito
    Y de América llega un pequeño colibrí
    De la China provienen los pihis largos y suaves
    Los cuales tienen una sola cola y vuelan en parejas
    Y he aquí la paloma espíritu inmaculado
    A quien escoltan el pájaro lira y el pavo real acelado
    El fénix esa hoguera que a mí mismo me engendra
    Y en un instante vela todo con su ardiente ceniza
    Las sirenas dejando los peligrosos estrechos
    Llegan las tres hermosamente
    Y todos el águila el fénix los pihis de la China
    Fraternizan con la voladora máquina
    Ahora andas solo por París entre la multitud
    Mugientes rebaños de autobuses circulan a tu lado
    La angustia del amor te oprime la garganta
    Como si no debieras ser amado nunca más
    Si vivieras en los viejos tiempos entrarías en un monasterio
    Te avergüenzas cuando te sorprendes con una oración en la boca
    Te burlas de ti mismo y como el fuego del Infierno tu risa crepita
    Las chispas de tu risa doran el fondo de tu vida
    Es un cuadro colgado en un sombrío museo
    Y a veces vas a mirarlo de cerca
    Hoy vagas por París las mujeres están ensangrentadas
    Era y no quiero recordarlo era en la decadencia de la belleza
    Rodeada de fervientes llamas Nuestra Señora me ha mirado en Chartres
    La sangre de vuestro Sagrado Corazón me ha inundado en Montmartre
    Estoy enfermo al oír palabras felices
    El amor que padezco es una enfermedad vergonzosa
    Y la imagen que te posee te hace sobrevivir en el insomnio y en la angustia
    Pasa siempre a tu lado esta imagen
    Ahora estás a orillas del Mediterráneo
    Bajo los limoneros en flor todo el año
    Te paseas en barca con tus amigos
    Uno es de Niza otro de Mentón y dos de la Turbie
    Miramos temerosos los pulpos de las profundidades
    Y entre las algas nadan los peces imágenes del Salvador
    Te hallas en el jardín de una posada en las cercanías de Praga
    Hay una rosa sobre la mesa te sientes feliz
    Y en lugar de escribir observas tu cuento en prosa
    La cetoína que duerme en el corazón de la rosa
    Con espanto te ves dibujado en las ágatas de Saint-Vit
    Estabas mortalmente triste el día que te viste
    Te pareces a Lázaro trastornado por el día
    Las agujas del reloj del barrio judío se mueven en sentido contrario
    Y tú retrocedes también lentamente en tu vida
    Subiendo al Hradchin y por la noche escuchando
    Las canciones bohemias en las tabernas
    Hete aquí en Marsella rodeada de sandías
    Hete aquí en Coblenza en el hotel del Gigante
    Hete aquí en Roma sentado bajo un níspero del Japón
    Hete aquí en Amsterdam con una muchacha que encuentras bonita y que es fea
    Debe casarse con un estudiante de Leyda
    Se alquilan habitaciones en latín Cubícula locanda
    Recuerdo pasé tres días allí y otros tanto en Gouda
    Estás en París ante el juez de instrucción
    Como un criminal te envía a prisión
    Has hecho dolorosos y felices viajes
    Antes de descubrir la mentira y la edad
    Has sufrido de amor a los veinte y a los treinta años
    He vivido como un loco y he perdido mi tiempo
    No te atreves a mirarte las manos y a cada momento
    Quisiera estallar en sollozos
    Sobre ti sobre quien adoro sobre todo lo que te ha asustado
    Miras con los ojos llenos de lágrimas a esos pobres emigrantes
    Creen en Dios y suplican a las mujeres que amamanten a los niños
    Llenan con su aroma el vestíbulo de la estación Saint Lazare
    Tienen fe en su estrella como los reyes magos
    Tienen fe en ganar dinero en Argentina
    Y volar a su país después de haber hecho fortuna
    Una familia lleva un edredón rojo como
    Vosotros transportáis vuestro corazón
    Ese edredón es tan irreal como nuestros sueños
    Algunos de esos emigrantes se quedan aquí y se hospedan
    En la calle des Roniers o en la calle Ecouffes en zahúrdas
    Los he visto a menudo al atardecer tomar el fresco en las calles
    Y se desplazan raramente como las piezas de ajedrez
    Sobre todo hay judíos sus mujeres llevan pelucas
    Permanecen sentadas exangües en las trastiendas
    Estás de pie ante el mostrador de cinc de un bar mísero
    Tomas un café de dos céntimos entre los desdichados
    En un gran restaurante por la noche
    Estas mujeres no son malas sin embargo tienen penas
    Todas hasta la más fea ha hecho sufrir a su amante
    Es la hija de un guardia municipal de Jersey
    Sus manos que no había visto son duras y agrietadas
    Siento una inmensa piedad por las costuras de su vientre
    Ahora humillo a una pobre chica de horrible risa mi boca
    Estás solo se acerca la mañana
    Los lecheros hacen sonar sus bidones en las calles
    La noche se aleja como una hermosa mestiza
    Es Ferdine la falsa y Lea la comedida
    Y bebes ese alcohol ardiente como tu vida
    Tu vida que bebes como si fuera aguardiente
    Caminas hacia Anteuil quieres ir a tu casa a pie
    Dormir entre tus fetiches de Oceanía o de Guinea
    Son Cristos de otra forma y de otra doctrina
    Son Cristos inferiores de esperanzas sombrías
    Adiós Adiós
    Sol decapitado



El puente Mirabeau

    Bajo el puente Mirabeau discurre el Sena
    Y nuestros amores
    ¿Es preciso recordarlo?
    La alegría llegaba siempre tras la pena
    Llega la noche la hora suena
    Los días pasan yo me quedo
    Con las manos entrelazadas quedamos frente a frente
    Mientras que bajo
    El puente de nuestros brazos
    Se cansa la onda de las eternas miradas
    Llega la noche la hora suena
    Los días pasan yo me quedo
    El amor se va como esta agua corriente
    El amor se va
    Como la vida fluye lenta
    Y como la Esperanza es violenta
    Llega la noche la hora suena
    Los días pasan yo me quedo
    Pasan los días pasan las semanas
    Y ni el tiempo pasado
    Ni los amores vuelven
    Bajo el puente Mirabeau duerme el Sena
    Llega la noche la hora suena
    Los días pasan yo me quedo



La canción del mal amado
    a Paul Léautaud
    
Y cantando esta romanza
    En milnovecientostres sin saber
    Que mi amor al igual
    Que el bello Fénix si muere una noche
    Renace con el alba
    Una noche de niebla en Londres
    Un pillete que se parecía a mi amor
    Vino a mi encuentro
    Me miró de tal manera
    Que bajé los ojos de vergüenza
    Según el pillo que silbaba
    Las manos en los bolsillos
    Las calles eran el Mar Rojo
    Nosotros representábamos
    Él los hebreos yo el faraón
    Caigan ondas de ladrillos
    Si no fuiste bienamada
    Soy el soberano de Egipto
    Su amada su hermana-esposa
    Si tú no eres el único amor
    Al doblar una calle ardiente
    Las fachadas en fuego
    Llegas de la sangrienta niebla
    Donde gemían las fachadas
    Una mujer se le parecía
    Era su mirada inhumana
    La cicatriz en su cuello al desnudo
    Salió ebria de una taberna
    En el momento preciso advertí
    La falsedad del amor
    Cuando por fin regresó
    A su patria el buen Ulises
    Su viejo perro lo recordaba
    Junto a un tapiz de alta urdimbre
    Su mujer esperaba su regreso
    El esposo de Sakuntala
    Cansado de vencer se alegró
    Cuando la vio de nuevo más pálida
    De esperar y de amor mirada melancólica
    Acariciando su gacel
    He pensado en esos reyes dichosos
    Cuando los amores falsos y aquélla
    De quien aún estoy enamorado
    Mezclando sus sombras infieles
    Me hicieron tan desdichado
    Que abran mis votos un cielo de olvido
    Oh pesares que sois mi Infierno
    Por su beso los reyes del mundo
    Habrían muerto celebérrimos
    Y sus sombras habrían vendido
    He invernado en mi pasado
    Vuelve el Sol de Pascua
    Para calentar un corazón más helado
    Que los cuarenta de Sebaste
    Menos que mi vida martirizados
    Mi bella nave oh memoria mía
    No hemos navegado bastante
    De la aurora a la noche triste
    Adiós falso amor confundido
    Con la mujer que se aleja
    Con aquella que perdí
    El año pasado en Alemania
    Y que no volveré a ver
    Vía Láctea oh hermana luminosa
    De los ríos de Canaán
    Y de amores desnudos
    Seguiremos muertos flotantes
    Tu camino hacia otras nebulosas
    Recuerdo otro año
    Era el alba de un día de abril
    Canté bienamado gozo
    Canté con voz viril el amor
    En la época de amor del año



Vía Láctea
    
Vía Láctea oh hermana luminosa
    De los ríos de Canaán
    Y de amorosas desnudas
    Seguiremos muertos flotantes
    Tu camino hacia otras nebulosas
    Los demonios del destino según
    El canto del firmamento nos conducen
    A sones vagos de violines
    Hacen danzar nuestra raza humana
    En el descenso a reculones
    Destinos destinos secretos
    Reyes presos por la locura
    Y esas tiritantes estrellas
    De hembras falsas en vuestras camas
    En yermos que la historia abruma
    Luitpold el anciano regente
    Tutor de dos principados locos
    Al pensar en ellos solloza
    Cuando vacilan las luciérnagas
    Moscas doradas de San Juan
    Cerca de un castillo sin dueña
    La barca de cantos sonoros
    Surcaba un lago bajo el aliento
    De auras vernales y medrosas
    Cisne moribundo sirena
    Un día el rey en el agua de plata
    Se ahogó y con la boca abierta
    Regresó a la orilla flotando
    Para dormir su sueño inerte
    Vuelto el rostro al cielo cambiante
    Junio tu Sol ardiente lira
    Quema mis doloridos dedos
    Triste y armonioso delirio
    Ando por mi bello París
    Sin atreverme en él a sucumbir
    Los domingos se vuelven eternos
    Y los órganos de Barbarie
    Se quejan en patios sombríos
    Las flores en los balcones de París
    Se inclinan como la torre de Pisa
    Noches de París ebrias de ginebra
    Llameantes de electricidad
    Los tranvías con fuegos verdes
    Cantan su locura de máquinas
    A lo largo de los rieles
    Los cafés inundados de humo
    Gritan todo el amor de sus cíngaros
    De sus sifones acatarrados
    Y de sus mozos con pampanilla
    Para ti para ti a quien tanto he amado
    Yo que conozco cantos para las reinas
    Tristes endechas de mis años
    Himnos de esclavo a las murenas
    La romanza del mal amado
    Y cantos para las sirenas



Los cólquicos
    
El prado es venenoso pero bello en otoño
    Pastando en él las vacas
    Lentamente se envenenan
    El cólquico color de ojeras y de lilas
    Florece allí tus ojos son como una flor
    Violáceos como tus ojeras y como este otoño
    Y mi vida por tus ojos lentamente se envenena
    Los niños de la escuela acuden ruidosos
    Vistiendo sobrevestes y tocando la armónica
    Cortan los cólquicos que se asemejan a madres
    Hijas de sus hijas y tienen el color de tus párpados
    Que baten como las flores baten en el viento demente
    El guardián del rebaño canta muy dulcemente
    Mientras que lentamente y mugiendo las vacas abandonan
    Para siempre ese gran prado que marchita en otoño



Palacio
    a Max Jacob
    Al palacio de Rosemonde al fondo del sueño
    Mis soñadores pensamientos descalzos van a la fiesta
    Regalo del rey el palacio como un rey desnudo se eleva
    De la azotada carne de rosa de la rosaleda
    Al fondo del jardín llegan mis pensamientos
    Que sonríen al canto de las ranas
    Tienen celos de los cipreses grandes ruecas
    Y el Sol espejo de las rosas ha sido roto
    El estigma sangriento de las manos contra los cristales
    Qué arquero mal herido del poniente lo atravesó
    La resina que vuelve agrio el vino de Chipre
    Mi boca en los ágapes de cordero la probó
    Sentado sobre las rodillas del adúltero rey
    En la flor de su edad y en sus treinta y un años
    Madame Rosemonde mira toda misteriosa
    Con sus pequeños ojos redondos parecidos a los de los hunos
    Dama de mis sueños con el trasero de perla fina
    A cuyo oriente no igualan ni perla ni trasero
    A quién esperáis pues
    A soñadas visiones camino hacia el Oriente
    Mis más bellas vecinas
    Toc toc entrad en la antesala cae el día
    La lámpara en la sombra es una joya de oro
    Colgad vuestras cabezas en la percha por las trenzas
    El cielo casi nocturno brilla como alfileres
    Entraron en el comedor la nariz husmeada
    Había un olor a grasa y socarrina
    Hubieron veinte sopas tres tenían olor de orina
    Y el rey comió dos huevos escalfados en el caldo
    Y los marmitones trajeron la carne
    Asados pensamientos muertos en mi cerebro
    Mis bellos sueños muertos en tajadas bien sangrantes
    Y mis recuerdos mezclados en albóndigas
    Y estos pensamientos hacía miles de años
    Tenían el sabor soso de grandes mamuts helados
    Los huesos o visiones llegaban a las tumbas
    Y bailaban su danza macabra en mi cerebro
    Y todos estos manjares gritaban cosas extravagantes
    Pero ¡válgame Dios!
    Vientre hambriento no tiene ojeras
    Y los invitados comían a doble carrillo
    ¡Ah Dios! lo que han gritado esos lomos de cerdo
    Esos grandes pasteles esos huevos grasientos
    Lenguas de fuego donde estarán mis pascuas
    Para mis pensamientos de siempre de todo lugar



La casa de los muertos [2]
    a Maurice Raynal
    
Extendiéndose por los lados la casa de los muertos
    Enmarcaba el cementerio como un claustro
    En el interior de sus vitrinas
    Igual a las tiendas de modas
    En vez de sonreír de pie
    Los maniquíes gesticulaban para la eternidad
    Llegado a Munich al cabo de quince o veinte días
    Había entrado por vez primera y casualmente
    En ese cementerio casi desierto
    Y castañeaba los dientes
    Ante toda aquella burguesía
    Expuesta y vestida lo mejor posible
    Esperando la sepultura
    De pronto
    Rápido como mi memoria
    Los ojos se volvieron a encender
    De celda vítrea en celda vítrea
    El cielo se pobló de un vivaz Apocalipsis
    Y la Tierra llena hasta el Infinito
    Como antes de Galileo
    Se cubrió de mil inmóviles mitologías
    Un ángel de diamante quebró todas las vitrinas
    Y los muertos se me acercaron
    Con aires del otro mundo
    Pero sus rostros y actitudes
    Pronto se hicieron menos fúnebres
    El Cielo y la Tierra perdieron
    Su aspecto fantasmagórico
    Los muertos gozaban
    Al ver sus difuntos cuerpos entre ellos y la luz
    Reían de sus sombras y las observaban
    Como si realmente
    Se tratase de sus vidas pasadas
    Entonces los nombré
    Eran cuarenta y nueve hombres
    Mujeres y niños
    Que embellecían a ojos vista
    Y ahora me miraban
    Con tanta cordialidad
    Hasta tanta ternura diría
    Que tomándolos como amigos
    De pronto
    Los invitaba a dar un paseo
    Lejos de las arcadas de su casa
    Y todos cogidos del brazo
    Tarareando aires militares
    Sí habéis sido absueltos de todos vuestros pecados
    Abandonamos el cementerio
    Atravesando la ciudad
    Nos encontrábamos a menudo
    Con parientes y amigos que se unían
    A la pequeña tropa de muertos recientes
    Todos eran tan alegres
    Tan encantadores y tan saludables de aspecto
    Que sólo alguien muy listo hubiese podido
    Distinguir los muertos de los vivos
    Luego en el campo
    Nos separamos
    Dos jinetes se unieron a nosotros
    Fueron agasajados
    Cortaron leña de viburno
    Y de saúco
    Con los cuales hicieron pitos
    Que distribuyeron a los niños
    Más tarde en un baile campestre
    Las parejas con las manos sobre los hombros
    Bailaron al son agrio de las cítaras
    No habían olvidado la danza
    Aquellos muertos y aquellas muertas
    Se bebía también
    Y de vez en cuando una campana
    Anunciaba que un nuevo tonel iba a ser abierto
    Una muerta sentada sobre un banco
    Cerca de una mata de agracejo
    Dejaba que un estudiante
    Arrodillado a sus pies
    Le hablara de noviazgo
    Te esperaré
    Toda la vida
    Contestaba la muerta
    Niños
    De este mundo o del otro
    Cantaban esas rondas
    De palabras absurdas y líricas
    Que sin duda son los restos
    De los más antiguos monumentos poéticos
    De la humanidad
    El estudiante puso una sortija
    En el anular de la joven muerta
    He aquí la prenda de mi amor
    De nuestro noviazgo
    Ni el tiempo ni la ausencia
    Harán olvidar nuestras promesas
    Y un día tendremos una linda boda
    Habrá mirto
    En nuestros vestidos y en nuestros cabellos
    Un lindo sermón en la iglesia
    Largos discursos después del banquete
    Y música
    Música
    Nuestros hijos
    Dijo la novia
    Serán más hermosos más hermosos aún
    ¡Ay! la sortija estaba rota
    Que si fueran de plata o de oro
    De esmeralda o de diamante
    Serán más radiantes más radiantes aún
    Que los astros del firmamento
    Que la luz de la aurora
    Que tus miradas novio mío
    Olerán mejor aún
    ¡Ay! la sortija estaba rota
    Que las lilas que acaban de abrirse
    Que el tomillo la rosa o la brizna
    De lavanda o de romero
    Los músicos se habían marchado
    Continuamos el paseo
    A orillas de un lago
    Nos divertíamos haciendo rebotar
    Piedras planas
    Sobre el agua que mecía apenas
    Barcas estaban amarradas
    En una ensenada
    Fueron desatadas
    Después que fuera embarcada toda la tropa
    Y algunos muertos remaban
    Con tanto vigor como los vivos
    En la proa de la embarcación que gobernaba
    Un muerto hablaba con una joven mujer
    Que llevaba un vestido amarillo
    Y un corpiño negro
    Con cintas azules y un sombrero gris
    Adornado con una pequeña pluma desrizada
    Te amo
    Decía él
    Como el pichón a la paloma
    Como el insecto nocturno
    Ama a la luz
    Demasiado tarde
    Contestaba la mujer viva
    Reprime reprime ese amor prohibido
    Soy casada
    Ves la sortija que brilla
    Mis manos tiemblan
    Lloro y quisiera morir
    Las barcas habían llegado
    A un lugar donde los jinetes
    Sabían que un eco contestaba desde la orilla
    Se le interrogaba sin cesar
    Hicieron preguntas tan extravagantes
    Y respuestas tan acertadas
    Que era para morirse de risa
    Y el muerto decía a la mujer viva
    Seríamos tan felices juntos
    El agua se cerrará sobre nosotros
    Pero lloras y tus manos tiemblan
    Ninguno de nosotros volverá
    Desembarcamos y se inició el regreso
    Los enamorados se amaban
    Y por parejas de hermosos labios
    Caminaban a distancias desiguales
    Los muertos habían elegido las mujeres vivas
    Y los vivos
    A las mujeres muertas
    Un enebro a veces
    Semejaba un fantasma
    Los niños desgarraban el aire
    Soplando con sus mejillas huecas
    En los pitos de viburno
    O de saúco
    Mientras que los militares
    Cantaban canciones tirolesas
    Contestándose como suele hacerse
    En las montañas
    En la ciudad
    Nuestro grupo fue disminuyendo poco a poco
    Se decía
    Hasta la vista
    Hasta mañana
    Hasta pronto
    Muchos entraban a las cervecerías
    Algunos nos abandonaron
    Frente a una carnicería canina
    Para comprar en ella la cena
    Pronto quedé solo con mis muertos
    Que marchaban en derechura
    Al cementerio
    Donde
    Bajo las arcadas
    Los conocí
    Acostados
    Inmóviles
    Y bien vestidos
    Esperando la sepultura detrás de las vitrinas
    No sospechaban
    Lo que había ocurrido
    Pero los vivos conservaban de ello el recuerdo
    Era una felicidad inesperada
    Y tan cierta
    Que no temían perderla
    Vivían tan noblemente
    Que los que la víspera aún
    Los consideraban iguales
    O hasta algo menos
    Admiraban ahora
    Su poder su riqueza y su genio
    Porque no hay cosa que os eleve tanto
    Como el haber amado a un muerto o a una muerta
    Se vuelve uno tan puro que se llega
    En los glaciares de la memoria
    A confundirse con el recuerdo
    Se fortalece uno para toda la vida
    Y no se necesita a nadie



Clotilde
    La anémona y la aquileña
    Han crecido en el jardín
    Donde duerme la melancolía
    Entre el amor y el desdén
    Están también nuestras sombras
    Que la noche esparcirá
    El Sol que las obscurece
    Con ellas se marchará
    Las deidades de aguas vivas
    Dejan sueltos sus cabellos
    Pasa es preciso que sigas
    A esta hermosa sombra que deseas

Poema leído en la boda de André Salmón [3]
    el 13 de julio de 1909
    Al ver banderas esta mañana no me he dicho
    He aquí las ricas vestimentas de los pobres
    Ni el poder democrático quiere ocultarme su dolor
    Ni la libertad enaltecida hace que se imiten ahora
    Las hojas oh libertad vegetal oh única libertad terrestre
    Ni las casas arden porque nos marchemos para no volver
    Ni las manos agitadas trabajarán mañana para todos nosotros
    Ni siquiera han ahorcado a quienes no sabían aprovechar la vida
    Ni siquiera se renueva el mundo volviendo a tomar la Bastilla
    Sé que sólo lo cambian quienes están fundados en la poesía
    Se ha empavesado París porque mi amigo André Salmón allí se casa
    No conocimos en una bodega maldita
    En nuestra juventud
    Fumando los dos y mal vestidos esperando el alba
    Encariñados encariñados de las mismas palabras cuyo sentido habrá que cambiar
    Engañados engañados pobres pequeños y no sabiendo reír aún
    La mesa y dos vasos se convirtieron en un moribundo que nos lanzó la última mirada de Orfeo
    Los vasos cayeron y se rompieron
    Y aprendimos a reír
    Entonces partimos peregrinos de la perdición
    A través de las calles a través de las comarcas a través de la razón
    Le volví a ver a orillas del río en que flotaba Ofelia
    Que blanca flota aún entre los nenúfares
    Él iba en medio de los lívidos Hamlets
    Tocando con su flauta melodías de locura
    Volví a verlo cerca de un mujic agonizante contando las beatitudes
    Admirando la nieve que se asemeja a las mujeres desnudas
    Volví a verle haciendo esto o aquello en honor de las mismas palabras
    Que cambian el rostro de los niños y digo todo esto
    Recuerdo y Porvenir porque mi amigo Salmón se casa
    Alegrémonos no porque nuestra amistad haya sido un río que nos ha fertilizado
    Terrenos ribereños cuya abundancia es el alimento que todos esperan
    Ni porque nuestros vasos nos lanzan una vez más la mirada de Orfeo agonizante
    Ni porque hayamos crecido tanto que podrían confundir nuestros ojos con las estrellas
    Ni porque las banderas restallan en las ventanas de los ciudadanos que están contentos desde hace cien años de tener la vida y menudas cosas que defender
    Ni porque fundados en poesía tenemos derechos sobre las palabras que forman y deshacen el Universo
    Ni porque podemos llorar sin hacer el ridículo y porque sabemos reír
    Ni porque fumamos y bebemos como en otros tiempos
    Alegrémonos porque director del fuego y de los poetas
    El amor que llena como la luz
    Todo el sólido espacio entre las estrellas y los planetas
    El amor quiere que hoy mi amigo Salmón se case



El viento nocturno
    Ah las cimas de los pinos crujen y entrechocan
    Y se escucha el lamento del vendaval
    Y en el cercano río con voces victoriosas
    Los elfos tocan trompas de ráfagas o ríen
    Atís Atís Atís bello y desgalichado
    En tu nombre que los elfos han burlado en la noche
    Porque el viento gótico bate uno de tus pinos en la noche
    El bosque huye a lo lejos como una armada antigua
    Cuyas lanzas oh pino se agitan en la lucha
    Las aldeas obscuras ahora meditan
    Como las vírgenes los viejos y los poetas
    Y no despertarán al paso de ningún viandante
    Ni al caer el halcón sobre blancas palomas



El eremita
    a Félix Fénéon
    Un descalzo eremita cerca de un blanco cráneo
    Gritó Os maldigo mártires y aflicciones
    Múltiples tentaciones pese a mí me acarician
    Tentaciones de Luna y de palabras vanas
    Muchas estrellas huyen cuando digo mis oraciones
    Oh jefe de difunta Oh viejo marfil Órbitas hoyos
    De narices roídas Tengo hambre Mis gritos se vuelven roncos
    He aquí para mi ayuno un pedazo de queso
    Oh Señor flagelad las nubes del poniente
    Que os tienden en el cielo tan lindas nalgas rosas
    Anochece las flores del día ya se cierran
    Y en la sombra las ratas embelesan el piso
    Los hombres saben tantos juegos amor y morra
    El amor juego de ombligo o juego de la gran oca
    La morra juego del número tan falaz de los dedos
    Señor haced Señor que un día me enamore
    Espero a la que me tenderá sus menudos dedos
    Cuántos signos blancos en las uñas las perezas
    Mentiras sin embargo espero que levante
    Sus manos amorosas ante mí la desconocida
    Señor qué te he hecho Mira soy unicornio
    Sin embargo a pesar de su miedo lascivo
    Como un muñeco querido mi sexo es inocente
    De anhelo solitario y erguido como un hito
    Señor abrid la desnudez de Cristo
    Con ropaje talar apagad los ardores
    Tantos tañidos de horas se ahogan en los pozos
    Cuando Isócranas caen gotas de agua de lluvia
    Velé treinta noches bajo los laureles rosas
    Sudasteis sangre Cristo en Getsemaní
    Crucificado contesta Di que no Yo lo niego
    He esperado mucho tiempo la hematidrosis
    De rodillas he escuchado golpear los latidos
    Del corazón la sangre corría siempre en sus arterias
    Que son viejos corales o tal vez clavariáceos
    Mi aorta era perdidamente avara
    Una gota cayó Sudor y su calor
    Luz La sangre tan roja Me reí de los réprobos
    Y finalmente me di cuenta que mi nariz sangraba
    A causa de los perfumes violentos de mis flores
    Me burlé del viejo ángel que no vino
    Volando a tenderme un bello cáliz
    Reí del ala gris y arrojo mi Cilicio
    Hecho de crin sedosa por crueles tejedores
    Burlándome pardiez de vulvas de papisas
    De santas sin pezones marcharé hacia las urbes
    Y tal vez morir en ellas por mi virginidad
    Entre manos pieles palabras y promesas
    A pesar de los vientos azules me levanto
    Como un rayo de Luna adorado por el mar
    En vano he suplicado todos los santos alígeros
    Ninguno ha consagrado mis dulces panes ácimos
    Y ando huyo oh noche y Lilith vocifera
    Y clama inútilmente y grandes ojos veo
    Trágicamente abrirse oh Noche veo tus cielos
    Estrellarse tranquilas de espléndidas píldoras
    Un esqueleto de candorosa reina cuelga
    De un hilo de un astro apenado y severo
    Por la noche los bosques son negros y muere la esperanza verde
    Cuando muere el día tras un brusco estertor
    Y ando huyo oh día la emoción de la aurora
    Cerró los ojos fijos y de viejos rubíes
    De los búhos Y se abren miradas de corderos
    Y de cerdas de tetas rosadas como lóbulos
    Y cuervos explayados como tildes proyectan
    Una sombra vana en los campos de centeno maduro
    Cerca de los burgos donde las chozas son impuras
    Porque en sus techos tienen clavados búhos muertos
    Mis largos kilómetros mis tristezas plenarias
    Esqueletos de dedos final de los abetos
    Han perdido mi ruta y mis rosados sueños
    He dormido he dormido en el suelo de los abetales
    En fin oh noche atónita Oh fin de mis caminos
    La ciudad apareció ante mí muy grave al son de las campanas
    Y mi lujuria muere ahora que me acerco
    En las calles bendije a todos con las dos manos
    Oh ciudad me he burlado de tus palacios
    Como trufas brotadas en azules calveros
    Mis deseos se marchan en fila lentamente
    Mi jaqueca piadosa se pone su capucha
    Todas han venido a confesarme sus pecados
    Oh Señor soy santo por designio de amantes
    Zélotide y Lorie Louise y Diamante
    Puedes saber oh tú el amedrentado
    Eremita absuelve nuestras faltas que jamás son veniales
    Oh tú puro y contrito a quien todas amamos
    Comprende nuestros juegos y nuestros corazones
    Y nuestros besos dulces como la espesa miel
    Y absuelve las faltas púrpura como su sangre
    De formarinas hadas poetisas desnudas
    Ningún pobre deseo se refugia en mi pecho
    Cuando en la noche veo parejas enlazadas
    Sólo quiero que se cierren mis ojos
    Agotada pareja en vergel palpitante
    Lleno del estertor de rojos groselleros
    Y de la santa saña de tantas pasiflores



El brasero (I)
    a Paul-Napoleon Roinard
    He arrojado en el noble fuego
    Que llevo conmigo y venero
    Manos vivas y hasta fuego
    Ese pasado esas cabezas de muertos
    Llama hago lo que tú quieres
    El trocar de las estrellas
    Que no es más que lo venidero
    Se mezcla a los relinchos machos
    De centauros en sus dehesas
    Y de grandes clamores vegetales
    Dónde están esas testas que poseía
    Dónde está el Dios de mi juventud
    El amor se ha vuelto malo
    Que en el brasero renazcan las llamas
    Mi alma bajo el sol se desnuda
    En el llano han surgido llamas
    Nuestros corazones penden de los limoneros
    Las muertas testas que me aclaman
    Y los astros que han sangrado
    No son más que testas de mujeres
    El río que con alfileres
    Sobre la villa está prendido
    Te fija a ella como un traje
    Partiendo en el anfión sumiso
    Soportas los tonos galanos
    Que hacen ágiles a las piedras



Ardo en el brasero (II)
    Ardo en el brasero adorablemente
    Y las manos de los creyentes me vuelven a echar en él múltiple innumerablemente
    Los miembros de los intercisos arden cerca de mí
    Alejad del brasero las osamentas
    Me basto para la eternidad para mantener el fuego de mis delicias
    Y pájaros protegen con sus alas mi rostro y el Sol
    Oh Memoria Cuántas razas degeneran
    Desde los Tindáridas hasta las víboras ardientes de mi felicidad
    Y las serpientes son sólo cuellos de cisnes
    Que eran inmortales y no cantaban
    He aquí mi nueva vida
    Grandes barcos pasan y vuelven a pasar
    Hundo mis manos una vez más en el Océano
    He aquí el barco y mi vida renovada
    Sus llamas son inmensas
    No hay más nada en común entre yo
    Y los que temen a las quemaduras



Descendiendo (III)
    Descendiendo de las alturas donde la luz piensa
    Jardines girando más alto que todos los cielos móviles
    El porvenir disfrazado arde atravesando los cielos
    Esperamos tu buen placer oh amiga mía
    Apenas me atrevo a mirar la divina mascarada
    Cuando la Desirade se azule en el horizonte
    Más allá de nuestra atmósfera se eleva un teatro
    Que el gusano Zamir construyó sin herramientas
    Y el Sol volvió a iluminar las plazas
    De una ciudad marina que apareció en una ladera
    En el tejado descansaban cansadas palomas
    Y el rebaño de esfinges vuelve a la esfingería
    A pasos cortos Él oirá el canto del pastor toda la vida
    Allá arriba el teatro está construido con fuego sólido
    Como los astros de que se alimenta el vacío
    Y he aquí el espectáculo
    Y por siempre estoy sentado en un sillón
    Mi cabeza mis rodillas mis codos vano pentáculo
    La llama han brotado de mí como hojas
    Actores inhumanos claras bestias nuevas
    Dan órdenes a los hombres domesticados
    Tierra
    Oh desgarrada a quien los ríos han zurcido
    Preferiría noche y día en las esfíngerías
    Desear saber por qué finalmente en ellas fui devorado



Renanas (noche renana) (I)
    Mi vaso está lleno de un vino tembloroso como una llama
    Escuchad la canción lenta de un marinero
    Que cuenta haber visto siete mujeres bajo la Luna
    Peinar sus cabellos verdes y largos hasta sus pies
    De pie cantad más alto bailad en raudo corro
    Que no oiga más el canto de los marineros
    Y acercarme todas las mozas rubias
    De mirada inmóvil y recogidas trenzas
    El Rin está borracho donde se reflejan viñas
    Todo el oro nocturno y tiembla en sus aguas
    La voz no cesa nunca de cantar
    A esas hadas de cabellera verde que encantan el estío
    Mi vaso se ha quebrado como una brusca risa



La sinagoga (II)
    Ottomar Scholem y Abraham Loweren
    Luciendo fieltros verdes la mañana del sábado
    Van a la sinagoga a lo largo del Rin
    Y las lomas donde las viñas enrojecen
    Discuten y gritan cosas que uno apenas osa traducir
    Bastardo concebido durante la menstruación o Que el diablo penetre en tu padre
    El viejo Rin levanta su cara chorreante y se da vuelta para sonreír
    Ottomar Scholem y Abraham Loweren están furiosos
    Porque durante el sábado no se debe fumar
    Mientras que los cristianos pasan con cigarros encendidos
    Y porque Ottomar y Abraham aman ambos
    A Lía de ojos de cordero y de vientre un poco saliente
    Sin embargo después en la sinagoga el uno después del otro
    Besarán la Tora quitándose sus hermosos sombreros
    Entre las enramadas de la fiesta de las cabañas
    Ottomar cantando sonreirá a Abraham
    Cantarán en contrapunto sin ritmo y las voces graves de los hombres
    Harán gemir a Leviatán en el fondo del Rin como una voz de otoño
    Y en la sinagoga llena de sombreros se agitarán los lulabim
    Hanoten nekamot bagoim tola’st baleumin



Ni siquiera me apiado de mí (III)
    Ni siquiera me apiado de mí
    Y no puedo expresar mi tortura de silencio
    Todas las palabras que debía pronunciar se convirtieron en estrellas
    Un íraco trata de elevarse hasta cada uno de mis ojos
    Y portador de soles ardo en medio de dos nebulosas
    Que he hecho a las bestias teologales de la inteligencia
    Antaño los muertos volvieron para adorarme
    Y esperaba el fin del mundo
    Pero el mío llega silbando como un huracán



He tenido el valor (IV)
    He tenido el valor de mirar hacia atrás
    Los cadáveres de mis días
    Marcan mi ruta y lloro
    Unos se pudren en las iglesias italianas
    O en pequeños bosques de limoneros
    Que florecen y marchitan
    Al mismo tiempo y en toda estación
    Otros días han llorado antes de morir en las tabernas
    Donde ardientes ramilletes giraban
    En los ojos de una mulata que inventaba la poesía
    Y las rosas de la electricidad se abren todavía
    En el jardín de mi memoria



Otoño enfermo
    Otoño enfermo y adornado
    Mirarás cuando el huracán sople en las rosaledas
    Cuando habrá nevado
    En los vergeles
    Pobre otoño
    Mueres en blancura y en riquezas
    De nieve y de frutos maduros
    En el fondo del cielo
    Gavilanes se ciernen
    Sobre las ninfas sencillas de cabellos verdes y enanas
    Que no han amado jamás
    En los linderos lejanos
    Los ciervos han bramado
    Cómo amo oh estación cómo amo tus rumores
    Los frutos caen sin ser recogidos
    El viento y el bosque que llora
    Todas las lágrimas en otoño hoja a hoja
    Las hojas
    Que pisamos
    Un tren
    Que huye
    La vida
    Fluye



Cuernos de caza
    Nuestra historia es noble y trágica
    Como la máscara de un tirano
    Ningún drama azaroso o mágico
    Ningún detalle indiferente
    Vuelve nuestro amor patético
    Y Thomas de Quincey tomando
    El opio ponzoña dulce y casta
    En su pobre Anne iba soñando
    Pasemos pasemos ya que todo pasa
    Volveré a menudo pienso
    Los recuerdos son cuernos de caza
    Cuyos sones se lleva el viento



Vendimiario [4]
    Hombres del futuro me recordáis
    Vivís en la época de los últimos reyes
    Por turno morían silenciosos y tristes
    Y tres veces valientes se hacían Trismegistos
    Qué hermoso era París a fines de septiembre
    Cada noche se convertía en una viña cuyos pámpanos
    Extendían su luz por la urbe y allí arriba
    Astros maduros picados por los pájaros ebrios
    De mi gloria esperaban la vendimia del alba
    Una noche paseando a lo largo de los muelles desiertos sombríos
    Volviendo a Auteuil oí una voz
    Que callaba y de vez en cuando enmudecía
    A fin de que llegase también a orillas del Sena
    La queja de otras voces límpidas y lejanas
    Y escuchaba largo rato todos esos cantos y esos gritos
    Que elevaba la canción de París en la noche
    Tengo sed ciudad de Francia y de Europa y del Mundo
    Venid todos manad en mi honda garganta
    Y entonces vi a París ya ebrio en la viña
    Vendimiaba la uva más dulce de la Tierra
    Esos milagrosos granos que en las parras cantaron
    Y Rennes contestó con Quimper y Vannes
    Henos aquí oh París nuestras casas nuestros moradores
    Esos racimos de nuestros sentidos que parió nuestro Sol
    Se sacrifican para desalterarse muy ávida maravilla
    Te traemos todos los cerebros los cementerios las murallas
    Esas cunas llenas de gritos que no oirás
    Y en las montañas o valles nuestros pensamientos oh ríos
    Los oídos de las escuelas y nuestras manos juntas
    De todos alargados nuestras manos los campanarios
    Y te traemos también esa suave razón
    Que el misterio asegura como una puerta la casa
    Ese misterio cortés de la galantería
    Ese misterio fatal fatal de otra vida
    Doble razón más allá de la belleza
    Y que ni Grecia ni Oriente han conocido
    Doble razón de la Bretaña donde ola tras ola
    El océano castra poco a poco el viejo continente
    Y las ciudades del norte respondieron alegres
    Oh París henos aquí bebidas vivientes
    Las viriles ciudades donde charlan y cantan
    Los metálicos santos de nuestras santas fábricas
    Nuestras chimeneas engordan las nubes
    Como lo hizo una vez el mecánico Ixión
    Y nuestras infinitas manos
    Manufacturas fábricas talleres y manos
    Donde los obreros desnudos como nuestros dedos
    Fabrican a destajo todo lo real
    Te damos todo esto
    Y Lyon respondió mientras que los ángeles de Fourviéres
    Tejían un nuevo cielo con la seda de las plegarias
    Calma tu sed París con las divinas palabras
    Que mis labios el Ródano y el Sena murmuren
    Siempre los mismos cultos de su muerte
    Mira aquí los santos y haz llover la sangre
    Dichosa lluvia oh gotas tibias oh dolor
    Un niño mira las ventanas abrirse
    Y ve racimos de testas para los ebrios pájaros
    Las ciudades del Mediodía entonces contestaron
    Noble París única razón viva
    Que decides nuestro ánimo según tu destino
    Y tú que te alejas Mediterráneo
    Compartid nuestros cuerpos como se parten hostias
    Esos muy grandes amores y su huérfana danza
    Serán París el vino puro que tú quieres
    Un continuo estertor llegaba de Sicilia
    Que trocado en batir de alas significaba
    Las uvas de nuestras viñas han sido vendimiadas
    Y esos racimos de muertos cuyos granos alargados
    Tienen el sabor de la sangre de la tierra y de la sal
    Aquí están para calmar tu sed oh París bajo el cielo
    Obscurecido de nubes famélicas
    Que acaricia Ixión el creador oblicuo
    Y donde en el mar nacen todos los cuervos de África.
    Oh uvas y esos ojos húmedos Y en familia
    El futuro y la vida en esos parrales se aburren
    Pero dónde está la mirada clara de las sirenas
    Engañó a los marinos que amaban esas aves
    Ya no girará más en la roca de Escila
    Donde cantaban las tres voces suaves y serenas
    De pronto el estrecho había cambiado de cara
    Rostros de la carne de la onda de todo
    Lo que uno puede imaginarse
    No sois más que máscaras sobre rostros enmascarados
    Y sonreía joven nadador entre las orillas
    Y los ahogados flotando sobre su nueva onda
    Huían siguiéndoles las dolientes cantantes
    Dijeron adiós a cima y arrecife
    A sus pálidos esposos acostados en las azoteas
    Y habiendo tomado vuelo hacia el ardiente Sol
    Los siguieron hacia donde se hunden los astros
    Cuando vino la noche llenos de ojos abiertos
    Para vagar por donde silbó la hiedra este invierno
    Escuché bruscamente tu voz fuerte
    Oh Roma maldecí de una sola vez mis viejos pensamientos
    Y el cielo y el amor guía el destino
    Los vástagos brotados sobre el árbol de la cruz
    Y hasta la flor de lis que muere en el Vaticano
    Maceran en el vino que te ofrezco y que
    Sabe a la sangre purísima de aquel que ya conoce
    Otra libertad vegetal que es verdaderamente
    Aunque tú no lo sepas la suprema virtud
    Una corona de tirreino cayó sobre las lozas
    Los jerarcas la pisan con sus sandalias
    Oh esplendor democrático que palidece
    Que llegue la noche real donde serán muertas las bestias
    La loba con el cordero la paloma con el águila
    Una multitud de reyes enemigos y crueles
    Sedientos como tú en las viñas eternas
    Surgirán de la tierra y vendrán por los aires
    Para beber mi vino dos veces milenario
    La Mosela y el Rin se unen en silencio
    Es Europa que ruega día y noche en Coblenza
    Y yo que vagaba por el muelle en Auteuil
    Cuando las horas caían a veces como pámpanos
    Cuando llegó el momento oí la plegaria
    Que unía la pureza de los dos grandes ríos
    Oh París tu vino es mejor que el
    De nuestra orilla pero en el Norte las uvas se han dorado
    Para esta sed terrible mis racimos
    De vigorosos hombres sangran en el lagar
    Beberás a largos tragos la sangre de Europa
    Porque eres hermoso y el único que es noble
    Porque es en ti que Dios tal vez devenir pueda
    Y todos mis viñateros en esas bellas casas
    Cuyas luces reflejan nuestras aguas nocturnas
    En esas bellas casas tan blancas y tan negras
    Sin saber que tú eres la realidad te loan
    Pero nosotros manos líquidas unidas para el ruego
    Llevamos hacia la sal nuestras ondas
    Y entre nosotros la ciudad como entre unas tijeras
    No refleja dormida ningún fuego en sus aguas
    De donde algún lejano silbido a veces se eleva
    Turbando en sus sueños a las muchachas de Coblenza
    Ahora las ciudades contestaban por centenares
    No distinguía más sus palabras lejanas
    Y Tréves la antigua ciudad
    A su voz juntaba la suya
    La ciudad entera concentrada en ese vino
    Que contenía los mares los animales las plantas
    Las ciudades los destinos y los astros que cantan
    Los hombres arrodillados en la linde del cielo
    Y el dócil hierro nuestro buen compañero
    El fuego que hay que amar como nos amamos a nosotros mismos
    Los altivos difuntos que son uno en mi frente
    El rayo que asemeja una idea naciente
    Todos los nombres de seis en seis los números uno tras uno
    Kilos de papel torcidos como llamas
    Y aquellos que sabrán blanquear nuestras osamentas
    Los versos inmortales que se aburren pacientes
    Ejércitos en orden de batalla
    Porque los crucifijos y mis caras lacustres
    A orillas de los ojos de aquella que amo tanto
    Las flores que se quejan lejos de nuestras bocas
    Y todo lo que no sé expresar
    Todo lo que no conoceré jamás
    Todo eso todo eso trocado en ese vino puro
    Del que París tenía sed
    Me fue ofrecido entonces
    Acciones bellos días los más horribles sueños
    Vegetación Acoplamientos músicas infinitas
    Movimientos Adoración dolor divino
    Mundos que os parecéis y a nosotros os semejáis
    Aunque os bebí no se apagó mi sed
    Pero desde entonces conocí el sabor del Universo
    Estoy ebrio por haber bebido todo el Universo
    En mi muelle desde donde veía pasar la corriente y dormir los balandros
    Escuchadme soy el gaznate de París
    Y si así lo deseo beberé el Mundo de nuevo
    Escuchad mis canciones de universal borrachera
    Y la noche de septiembre terminaba lentamente
    Los fuegos y los puentes morían en el Sena
    Los astros se apagaban el día apenas nacía

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Vitam impendere amori

    Durante mucho tiempo, el conjunto Vitam impendere amori fue dificilísimo de encontrar, si no se podía recurrir a la rarísima edición original de sólo 215 ejemplares. Estas líricas estrofas, editadas en 1917 con voluptuosos dibujos de André Rouveyre, toman probablemente su título de la célebre divisa de Rousseau «Vitam impenderé vero».
    Estos tiernos cuartetos, cuya melancolía y sentido de lo trágico está siempre implícito bajo la ligereza de las imágenes y del canto, están considerados entre los versos más puros de Apollinaire.



No has sorprendido mi secreto
    No has sorprendido mi secreto
    Ya avanza el cortejo
    Pero nos queda la pena
    De no poder entendernos
    La rosa flota al filo del agua
    Las máscaras han pasado por bandas
    Tiembla en mí como una sonaja
    Ese pesado secreto que tú mendigas



Oh mi juventud
    Oh mi juventud abandonada
    Como una guirnalda mustia
    Ya se acerca la estación
    Y los desdenes y la sospecha
    El paisaje está hecho de telas
    Fluye un falso río de sangre
    Y bajo el árbol florido de estrellas
    Sólo pasa ahora un clown
    Un rayo frío empolva y juega
    Con los decorados y con tu mejilla
    Un disparo un grito
    En la sombra un retrato ha sonreído
    El cristal del cuadro está roto
    Un aire indefinible
    Duda entre sonido y pensamiento
    Entre recuerdo y porvenir
    Oh mi juventud abandonada
    Como una guirnalda mustia
    Ya se acerca la estación
    Las penas y la razón



Ondas



Las ventanas
    Del rojo al verde todo el amarillo muere
    Cuando cantan los guacamayos en los bosques natales
    Batida de pihis
    Hay que hacer un poema sobre el pájaro con una sola ala
    Lo enviaremos en mensaje telefónico
    Traumatismo inmenso
    Hace manar los ojos
    He ahí una bonita chica entre las jóvenes turinesas
    El pobre joven se sonaba en su corbata blanca
    Levantarás la cortina
    Y ahora ya está se abre la ventana
    Arañas cuando las manos tejían la luz
    Belleza palidez insondables violetas
    Intentaremos en vano descansar
    Se empezará a medianoche
    Cuando se tiene el tiempo se tiene la libertad
    Caracolas Lotte múltiples Soles y el Erizo de mar del ocaso
    Un viejo par de botas amarillas ante la ventana
    Torres
    Las torres son las calles
    Pozos
    Los pozos son las plazas
    Pozos
    Árboles huecos que cobijan a las alcaparras vagabundas
    Los Chabinos cantan melancólicos
    A las Chabinas montaraces
    Y la oca cuac cuac trompetea en el norte
    Donde los cazadores de ratones
    Raspan las peleterías
    Centelleante diamante
    Vancouver
    Donde el tren blanco de nieve y de fuegos nocturnos huye del invierno
    Oh París
    Del rojo al verde el amarillo se muere París
    Vancouver Hyères Maintenon New York y las Antillas
    La ventana se abre como una naranja
    El hermoso fruto de la luz



Las colinas

    Por encima de París un día
    Combatían dos grandes aviones
    Uno era rojo y el otro negro
    Mientras en el cenit brillaba
    El eterno avión solar
    El uno era mi juventud entera
    Y el otro era el porvenir
    Se combatían con rabia
    Igual que contra Lucifer
    El Arcángel de alas radiantes
    Igual que el cálculo al problema
    Igual que la noche al día
    Así ataca lo que yo amo
    Amor mío así el huracán
    Desarraiga el árbol que grita
    Pero mira qué dulzura en todas partes
    París como una muchacha
    Se despierta lánguidamente
    Sacude su larga cabellera
    Y canta su bella canción
    Dónde cayó mi juventud
    Ya ves que llamea el porvenir
    Has de saber que hablo hoy
    Para anunciar al mundo entero
    Que al fin ha nacido el arte de predecir
    Algunos hombres son colinas
    Que se elevan sobre los hombres
    Y ven a lo lejos el futuro
    Mejor que si fuera el presente
    Más claro que si fuera el pasado
    Adorno de los tiempos y de las rutas
    Pasa y dura sin detenerte
    Dejemos vanamente silbar a las serpientes
    Contra el viento del sur
    Han muerto la onda y los psilos
    Orden del tiempo si las máquinas
    Se pusieran al fin a pensar
    En playas de piedras preciosas
    Olas de oro se romperían
    Y la espuma sería madre
    Más bajo que el hombre vuela el águila
    Es aquél quien alegra los mares
    Como disipa en los aires
    El vértigo de la tristeza y la sombra
    Donde el espíritu alcanza al sueño
    Llegó ya el tiempo de la magia
    Atentos que nos aporta
    Millones de prodigios
    Que no han dado ninguna fábula
    Pues nadie los ha imaginado
    Profundidades de la conciencia
    Serás explorada mañana
    Y quién sabe qué seres vivientes
    Serán sacados de este abismo
    Con universos completos
    Ved levantarse profetas
    Como a lo lejos colinas azules
    Sabrán cosas precisas
    Como creen saber los sabios
    Y nos llevarán a todas partes
    La gran fuerza es el deseo
    Ven que bese tu frente
    Oh ligera como una llama
    De la que tienes todo el sufrimiento
    Todo el ardor y todo el esplendor
    Llega el tiempo se estudiará
    Todo lo que es el sufrimiento
    No se tratará de valor
    Tampoco de renunciamiento
    Ni de lo que podemos hacer
    Se buscará en el hombre mismo
    Mucho más de lo que se ha buscado
    Se escrutará su voluntad
    Y la fuerza que nacerá de ella
    Sin máquina y sin instrumento
    Los benéficos manes vagan
    Con nosotros se compenetran
    Y desde que están con nosotros
    Nada termina nada empieza
    Mira la sortija en tu dedo
    Tiempo de desiertos de encrucijadas
    Tiempo de plazas y de colinas
    Hago aquí juegos de manos
    Donde actúa un talismán
    Muerto y más sutil que la vida
    Al fin he podido apartarme
    De toda cosa natural
    Puedo morir pero no pecar
    Lo que no se ha tocado nunca
    Yo lo he tocado yo lo he palpado
    Y he escrutado lo que nadie
    Puede en nada imaginarse
    Y he sopesado muchas veces
    Incluso la vida imponderable
    Ahora puedo morir sonriendo
    A menudo he volado tan alto
    Tan alto sobre las cosas
    Las rarezas y los fantasmas
    Y ya no puedo admirar más
    A ese chico que imita el miedo
    Adiós juventud jazmín del tiempo
    He respirado tu fresco perfume
    En Roma sobre los carros floridos
    Llenos de guirnaldas y máscaras
    Y de cascabeles de carnaval
    Adiós juventud Navidad blanca
    Cuando la vida era una estrella
    Cuyo reflejo contemplaba
    En el mar Mediterráneo
    Más nacarado que los meteoros
    Blando como un nido de arcángeles
    O la guirnalda de las nubes
    Y más brillante que los halos
    Emanaciones y esplendores
    Única dulzura armonías
    Me detengo para mirar
    En el césped incandescente
    Una serpiente se arrastra soy yo
    Soy la flauta que toco
    Y el látigo que castiga a otros
    Llega un tiempo de sufrimiento
    Llega un tiempo de bondad
    Adiós juventud llega el tiempo
    En que se conocerá el futuro
    Sin morir a causa de ello
    Es el tiempo de la gracia ardiente
    Sólo obrará la voluntad
    Siete años de pruebas terribles
    El hombre se hará divino
    Más puro, más vivo, más sabio
    Descubrirá otros mundos
    El espíritu languidece como las flores
    De las que nacen frutos sabrosos
    Que vemos madurar
    Sobre la colina soleada
    Digo lo que es en verdad la vida
    Sólo yo podía cantar así
    Mis cantos caen como semillas
    Callad todos los que cantáis
    No mezcléis la cizaña al trigo
    Un barco llegó hasta el puerto
    Un gran navío empavesado
    Pero en él sólo encontramos
    A una mujer hermosa y roja
    Allí yacía asesinada
    En otro tiempo mendigaba
    Sólo me dieron una llama
    En la que ardí hasta los labios
    Y no pude ni dar las gracias
    Nada puede apagar la antorcha
    Dónde estás oh amigo mío
    Que tan bien entrabas en ti mismo
    Que sólo ha quedado un abismo
    Donde me he arrojado yo mismo
    Hasta las profundidades obscuras
    Y oigo regresar a mis pasos
    Siguiendo senderos que nadie
    Ha recorrido oigo mis pasos
    De continuo andando allá lejos
    Lentos o raudos van o vienen
    Invierno que cuidas tu barba
    Nieva y yo soy desgraciado
    He atravesado el cielo espléndido
    Donde la vida es una música
    El suelo blanco me deslumbra
    Acostumbraos como yo
    A los prodigios que anticipo
    A la bondad que reinará
    Al sufrimiento que soporto
    Y conoceréis el futuro
    Es de sufrimiento y bondad
    Que será hecha la belleza
    Más perfecta que aquella
    Que venía de la armonía
    Está nevando y ardo y tiemblo
    Ahora estoy en mi mesa
    Escribo lo que he sentido
    Y lo que he cantado allá arriba
    Un árbol esbelto que balancea
    El viento con la cabellera volando
    Un sombrero de copa se halla sobre
    Una mesa cargada de frutos
    Los guantes muertos junto a una manzana
    Una dama se tuerce el cuello
    Ante un señor que está tragándose
    El baile gira al fondo del tiempo
    Maté al director de orquesta
    Y pelo para mis amigos
    La naranja que sabe a
    Maravillosos fuegos artificiales
    Han muerto todos el maître del hotel
    Les sirve un champaña irreal
    Que espumea como un caracol
    O como el cerebro de un poeta
    Mientras cantaba a una rosa
    El esclavo blande una espada desnuda
    Semejante a las fuentes y a los ríos
    Y cada vez que baja el arma
    Un Universo es destripado
    De donde salen mundos nuevos
    El chofer está al volante
    Y cada vez que en la carretera
    Pita al dar la curva
    Parece en la lejanía
    Un Universo todavía virgen
    Y el tercer nombre es la señora
    Sube en el ascensor
    Y sube sube siempre
    Y la luz se difunde
    Y esas claridades la transfiguran
    Pero éstos son los pequeños secretos
    Hay otros más profundos
    Que pronto serán desvelados
    Y harán de vosotros cien pedazos
    De un pensamiento siempre único
    Llora llora y volvamos a llorar
    Y bajo una Luna llena
    O bajo un cuarto creciente
    Ah llora llora y volvamos a llorar
    Hemos reído tanto al Sol
    Brazos de oro soportan la vida
    Penetrad en el dorado secreto
    Todo es una efímera llama
    Que hace florecer la adorable rosa
    De donde sube un exquisito perfume

Guillaume Apollinaire: biografía y obra - AlohaCriticón


Caligramas

    Poemas de la paz y de la guerra (1913-1916)
    A la memoria del más antiguo de mis camaradas,
    Rene Dalize
    muerto en el campo del honor
    el 7 de mayo de 1917
    En marzo de 1918 Apollinaire publicó sus famosos poemas gráficos —o Caligramas— que habían empezado a aparecer en 1914. Si en Alcoholes cantaba a su juventud, sus viajes, sus amores y sus rencores de amante despechado, en Caligramas su sensibilidad toma una tonalidad diferente.
    Es un rompimiento y una apertura de horizontes nuevos. La mayor parte de los Caligramas está formada por poemas sobre la guerra. Otros, sobre todo sus poemas-conversaciones, datan de antes de la guerra. En cuanto a sus caligramas propiamente dichos, ideogramas líricos o poemas ideogramáticos, suscitaron grandes controversias. Se le ha reprochado de simple imitación de antiguos poemas que se remontan hasta el siglo VI antes de Cristo. Sin embargo, sus mismos detractores le reconocen verdaderas obras de arte en algunos de ellos. Desgraciadamente, algunos son difíciles de descifrar.

El músico de Saint-Merry
    Al fin tengo derecho a saludar a seres que no conozco
    Pasan ante mí y se aglomeran a lo lejos
    Mientras que todo lo que de ellos veo me es desconocido
    Y su esperanza no es menos fuerte que la mía
    No canto a este Mundo ni a los demás astros
    Canto todas las posibilidades de mí mismo fuera de este Mundo y de los astros
    Canto la alegría de vagar y el placer de morir errante
    El 21 del mes de mayo de 1913
    Barquero de los muertos
    Millones de moscas aventaban un esplendor
    Cuando un hombre sin ojos sin nariz y sin orejas
    Dejó el bulevar Sebastopol y entró en la calle Aubry-le-Boucher
    El hombre era joven y moreno con las mejillas color de fresa
    ¡Hombre! Ah Ariadna
    Tocaba la flauta y la música dirigía sus pasos
    Se detuvo en la esquina de la calle Saint-Martin
    Tocando la tonada que yo canto y que yo he inventado
    Las mujeres que pasaban se detenían a su lado
    Venían de todas partes
    Cuando de pronto las campanas de Saint-Merry se pusieron a sonar
    El músico dejó de tocar y bebió en la fuente
    Que se halla en la esquina de la calle Simon-le-Franc
    Luego Saint-Merry se calló
    El desconocido volvió a tocar la flauta
    Y volviendo sobre sus pasos caminó hasta la calle de la Verrerie
    Donde entró seguido por el tropel de mujeres
    Que salían de las casas
    Llegaban de las calles laterales con los ojos idos
    Con las manos tendidas hacia el melodioso raptor
    Él se iba indiferente tocando su tonada
    Se iba terriblemente
    Luego en otra parte
    A qué hora saldrá un tren hacia París
    En ese momento
    Los palomos de las Molucas ensuciaban algunas nueces moscadas
    Al mismo tiempo
    Misión católica de Bôma que has hecho del escultor
    En otra parte
    Ella atraviesa un puente que une a Bonn con Beuel y desaparece a través de Putzchen
    Al mismo tiempo
    Una joven enamorada del alcalde
    En otro barrio
    Rivaliza pues poeta con las etiquetas de los perfumistas
    En suma oh reidores no habéis sacado gran cosa de los hombres
    Apenas habéis extraído un poco de grasa de su miseria
    Pero nosotros que morimos de vivir lejos uno de otro
    Tendemos nuestros brazos y sobre esos rieles rueda un largo tren de mercancías
    Y mientras el mundo vivía y cambiaba
    El cortejo de mujeres largo como un día sin pan
    Seguía en la calle de la Verrerie al feliz músico
    Cortejos oh cortejos
    Como antaño cuando el rey se iba a Vincennes
    Cuando los embajadores llegaban a París
    Cuando el delgado Suger se apresuraba hacia el Sena
    Cuando el motín moría alrededor de Saint-Merry
    Cortejos oh cortejos
    Las mujeres desbordaban unas a otras tan grande era su número
    Por todas las calles cercanas
    Y se apresuraban rectas como una bala
    Para seguir al músico
    ¡Ah! Ariadna y tú Pâquette y tú Amine
    Y tú Mia y tú Simone y tú Mavise
    Y tú Colette y tú la bella Geneviève
    Han pasado temblorosas y vanas
    Y sus pasos ligeros y apresurados seguían la cadencia
    De la música pastoral que guiaba
    Sus ávidas orejas
    El desconocido se detuvo un momento ante una casa en venta
    Casa abandonada
    Con los cristales rotos
    Es un edificio del siglo XVI
    El patio sirve de aparcadero a coches de reparto
    Allí entró el músico
    Su música al alejarse se volvía lánguida
    Las mujeres lo siguieron hasta la casa abandonada
    Y allí todas entraron atropelladamente
    Todas todas entraron sin volver la cabeza
    Sin echar de menos lo que habían dejado
    Lo que habían abandonado
    Sin acordarse del día la vida y la memoria
    Pronto no quedó nadie en la calle de la Verrerie
    Excepto yo y un sacerdote de Saint-Merry
    Ambos entramos en la vieja casa
    Pero no encontramos allí a nadie
    Cae la tarde
    El ángelus suena en Saint-Merry
    Cortejos oh cortejos
    Es como antaño cuando el rey regresaba de Vincennes
    Vino un tropel de gorreros
    Llegaron vendedores de plátanos
    Llegaron soldados de la guardia republicana
    Oh noche
    Rebaño de lánguidas miradas de mujeres
    Oh noche
    Tú mi dolor y mi espera vana
    Oigo morir el son de una flauta lejana

Corazón y espejo

Estandartes

Llueve

Sombra
    Aquí estás de nuevo cerca de mí
    Recuerdos de mis compañeros muertos en la guerra
    La oliva del tiempo
    Recuerdos que formáis uno sólo
    Como cien pieles forman una sola capa
    Como esos centenares de heridas sólo hacen un artículo de periódico
    Apariencia impalpable y sombría que habéis tomado
    La forma cambiante de mi sombra
    Un indio al acecho por toda la eternidad
    Sombra te arrastras cerca de mí
    Pero ya no me oyes
    Ya no conocerás los poemas sublimes que canto
    Mientras que yo os digo y os veo todavía
    Destinos
    Sombra múltiple que el Sol te guarde
    Tú que amas lo suficiente para no dejarme nunca
    Y que bailas al Sol sin levantar polvo
    Sombra tinta del Sol
    Escritura de mi luz
    Arcón de penas
    Un dios que se humilla

Cofre de armones

Siempre
    a la señora Faure-Favier
    Siempre
    Iremos más lejos sin avanzar jamás
    Y de planeta en planeta
    De nebulosa en nebulosa
    El don Juan de mil tres cometas
    Incluso sin moverse de la Tierra
    Busca las nuevas fuerzas
    Y toma en serio a los fantasmas
    Y se olvidan tantos universos
    Cuáles son los grandes olvidadizos
    Quién sabrá pues hacernos olvidar esta o aquella parte del Mundo
    Dónde está el Cristóbal Colón a quien se deberá el olvido de un continente
    Perder
    Pero perder verdaderamente
    Para dejar sitio al hallazgo
    Perder
    La vida para encontrar la victoria

Fiesta
    a André Ruveyre
    Fuego artificial del acero
    Qué deliciosa esta iluminación
    Artificio de artificiero
    Mezclar un poco de gracia al valor
    Dos cohetes
    Estallidos rosados
    Como dos senos que se desnudan
    Muestran sus puntas insolentemente

Supo amar
    Qué epitafio
    Un poeta en el bosque
    Mira con indiferencia
    Su revólver con seguro
    Rosas morir de esperanza
    Sueña con las rosas de Saadi
    Y de repente su cabeza se inclina
    Pues una rosa le repite
    La blanda curva de una cadera
    El aire está lleno de un terrible alcohol
    Filtrado de estrellas semicerradas
    Los obuses acarician el suave
    Perfume nocturno donde reposas
    Mortificación de las rosas

Fogonazos

Los fuegos del vivac
    Los inquietos fuegos del vivac
    Iluminan formas de sueño
    Y el sueño entrelazado
    En las ramas lentamente se eleva
    Aquí están los desdenes de la pena
    Desollada como un madroño
    El recuerdo y el secreto
    De los que sólo quedan brasas

Océano de tierra
    a G. de Chirico
    He construido una casa en medio del océano
    Sus ventanas son los ríos que fluyen de mis ojos
    Los pulpos pululan todo alrededor de las murallas
    Oíd el latido de su triple corazón y su pico golpear los cristales
    Casa húmeda
    Casa ardiente
    Estación rápida
    Estación cantarina
    Los aviones ponen huevos
    Atención se va a echar el ancla
    Atención al ancla que se echa
    Sería bueno que bajaseis del cielo
    La madreselva del cielo trepa
    Los pulpos terrestres palpitan
    Y después somos y seguimos siendo nuestros propios sepultureros
    Pálidos pulpos de las olas gredosas oh pulpos de pálidos picos
    Alrededor de la casa está ese océano que conoces
    Y que no descansa nunca

Los dichos de amor a Linda
    Apollinaire había encontrado a comienzos de 1900 a un joven con quien pronto hizo amistad, Fernand Molina da Silva, cuyo padre era profesor de danza. En su casa, se enamoró pronto de su hermana Linda, una graciosa joven de dieciséis años. A ella, que no le correspondió, dedicó sus Dichos de amor.

Linda
    Tu nombre muy pagano, un poco pretencioso,
    Porque es el tuyo es delicioso;
    Quiere decir «bonita» en español, y como
    Lo eres, se dice la verdad cada vez que se te nombra.
    Este nombre suena melancólico en alemán,
    En las brisas de abril, suena dulcemente
    Es el tilo lírico, un árbol de leyenda
    De donde, cada noche, duendes locos salen en banda
    Finalmente, este raro nombre que dice tu belleza
    Fue también el nombre de una ciudad antigua
    Que florecía entre las más bellas rosas
    En Rodas, la isla donde se arrullan las palomas
    La sombra de la muy dulce está evocada aquí
    Indolente, y tocando un son doliente:
    Nocturno o la menor que hace desmayar su alma
    De la sombra donde sus largos dedos dan muerte a una escala
    Al piano que gime como una mujer desgraciada

Ciudad casi muerta
    Ciudad casi muerta, oh ciudad
    Que languidece bajo el Sol del verano,
    Tú cuyo pútrido nombre asombra,
    Tú simbolizas la muy Buena,
    La muy Dulce, sin vanidad
    A quien no ha comprendido nunca nadie,
    La siempre Bella que se calla,
    La Adorable que corono,
    La muy Sombría dolientemente
    Como una ciudad sombría y suave,
    Entera Morena, nunca derecha
    Siempre exquisitamente inclinada
    He visto sus labios de anémona
    Pero no el corazón de la muy Buena.
    Nunca he visto Carcassonne.

La ignorancia
    Ícaro
    Sol, soy joven y te lo debo a ti
    He arrojado mi sombra para estar más fausto
    Perdón, yo no doy más sombra que una estrella
    Soy el único que piensa en la inmensidad.
    Mi padre me enseñó los caminos del laberinto
    Y la ciencia de la Tierra y después murió
    Y desde entonces he escrutado mucho el viejo temor
    Del cielo móvil y me he alimentado de hierbas crudas.
    Los oráculos, es verdad, desaprobaban mi celo
    Pero, todo hay que decirlo, ningún dios ha intervenido
    Y piadosamente me he esforzado en terminar las alas
    Que un poco de cera fijan a mis desnudos hombros.
    Y he tomado impulso hacia tu espléndida cara
    Los horizontes terrestres se han expuesto
    De los desiertos de Libia a los pantanos meótidos
    Y de las fuentes del Nilo a las brumas de Thule.
    Sol, vengo a acariciar tu espléndida cara
    Y quiero mirar tu llama única, ciegamente,
    Ícaro es celeste y más divino que Alcides
    Y su brasero será tu deslumbramiento.
    Un pastor
    Veo un dios oblongo flotar bajo el Sol,
    Ojalá se vaya el primer dios visible
    Y si fuese un dios moribundo esta maravilla
    Roguemos porque caiga lejos de nuestro valle.
    Ícaro
    Para evitar la noche, tu madre incestuosa
    Dios circulas y bueno floto entre las nubes
    Lejos de la Tierra donde viene, estelar y suntuosa,
    La noche esta desconocida entre los desconocidos.
    Y viviré por tu calor y de esperanza.
    Pero, tu amor, Sol, quema divinamente
    Mi cuerpo que hacer divino quiso mi ignorancia
    ¡Y cielo! ¡Humanos! giro deslumbrado.
    Remeros
    Un dios cae al mar, un dios desnudo, con las manos vacías
    Con la cara de los ahogados irá hacia una isla
    A pudrirse con la cara vuelta hacia el Sol espléndido.
    Dos alas se mueven sobre el cielo de Ionia.

En el jardín de Ana [5]
    Cierto si hubiésemos vivido en el año mil setecientos sesenta
    Es la fecha que descifras Ana en este banco de piedra
    Y si por desgracia yo hubiese sido alemán
    Pero que felizmente hubiese estado cerca de ti
    Habríamos hablado de amor de una forma imprecisa
    Casi siempre en francés
    Y perdidamente colgada de mi brazo
    Me habrías escuchado hablarte de Pitágoras
    Sin dejar de pensar también en el café que tomaríamos
    Media hora más tarde.
    Y el otoño habría sido parecido a este otoño
    Que el agracejo y los pámpanos coronan
    Y bruscamente a veces habría saludado con mucha reverencia
    A nobles damas gordas y lánguidas
    Lentamente hubiese bebido solo
    En las largas veladas
    El tokai espeso o la malvasía
    Me habría puesto mi traje español
    Para ir a la ruta por la cual
    Llega en su vieja carroza
    Mi abuela que se niega a comprender el alemán
    Habría escrito versos llenos de mitología
    Sobre tus senos la vida campestre y las damas
    De los alrededores
    Habría roto a menudo mi bastón
    Sobre la espalda de un campesino
    Me habría gustado oír música mientras comía
    Jamón
    Habría jurado en alemán, te lo juro
    Cuando me sorprendieras besando en plena boca
    A esta criada pelirroja
    Me habrías perdonado en el bosque de los arándanos
    Yo canturrearía un poco
    Y luego habríamos escuchado largo rato los ruidos del crepúsculo.

Montparnasse
    Oh puerta del hotel con sus dos plantas verdes
    Verdes y que nunca
    Florecerán
    Dónde están mis frutos
    En dónde me planté yo
    Oh puerta del hotel un ángel hay ante ti
    Repartiendo prospectos
    Nunca tan bien se ha defendido a la virtud
    Dadme para siempre un cuarto por semanas
    Ángel barbudo eres en verdad
    Un poeta lírico alemán
    Que quiere conocer París
    Conoces sus adoquines
    Esas rayas sobre las cuales no se puede pisar
    Y tú sueñas
    Con pasar los domingos en Garches
    El tiempo está pesado y tus cabellos largos
    Oh pequeño poeta un poco tonto y demasiado rubio
    Tus ojos se parecen tanto a esos dos grandes globos
    Que flotan en el aire puro
    A la aventura

Onirocrítica [6]
    Las ascuas del ciclo estaban tan próximas que yo temía su ardor. Estaba a punto de quemarme. Pero yo tenía conciencia de las diferentes eternidades del hombre y de la mujer. Dos animales disparejos se acoplaban acodaban emparrados que soportaban el peso de racimos de lunas. De la garganta del mono salieron llamas que flordelisaron el Mundo. Entre los mirtos blanqueaba un armiño. Le preguntamos la razón del falso invierno. Me tragué atezados rebaños. Orkenise apareció en el horizonte. Nos dirigimos hacia esa ciudad, recordando con nostalgia los vallecitos donde los manzanos cantaban, silbaban y rugían. Pero el canto de los campos cultivados era maravilloso:
    Por las puertas de Orkenise
    Quiere entrar un carretero.
    Por las puertas de Orkenise
    Quiere salir un pordiosero.
    Y los guardias de la villa
    Corriendo tras el pordiosero:
    «—¿Qué te llevas de la villa?»
    «—Dejo allí mi corazón entero».
    Y los guardias de la villa
    Corriendo tras el carretero:
    «—¿Qué traes a la villa?»
    «—Mi corazón para casarme».
    ¡Hay muchos corazones en Orkenise!
    Los guardias reían, reían,
    La ruta es gris pordiosero,
    El amor gris, carretero.
    Los bellos guardas de la villa
    Tejían diestramente.
    Y las puertas de Orkenise
    Se cerraron lentamente.
    Pero yo tenía conciencia de las diferentes eternidades del hombre y de la mujer. El cielo amamantaba a sus gatos. Advertí entonces manchas carmesíes sobre mi mano. Hacia la mañana los piratas anclaron nueve naves en el puerto. Los monarcas se divertían. Y las mujeres no querían llorar ningún muerto; preferían a los viejos reyes, más vigorosos en el amor que los perros viejos. Un sacrificador deseó ser inmolado en lugar de la víctima. Le abrieron el vientre. Vi en él cuatro I , cuatro O, cuatro D. Nos sirvieron carne fresca y yo crecí súbitamente después de haber comido. Monos semejantes a sus árboles violaban antiguas tumbas. Llamé a uno de esos animales sobre el que brotaban hojas de laurel. Me trajo una cabeza hecha de una sola perla. La tomé en mis brazos y la interrogué después de haberla amenazado con arrojarla al mar si no me respondía. Esa perla era ignorante y el mar se la tragó.
    Pero yo tenía conciencia de las diferentes eternidades del hombre y de la mujer. Dos animales disparejos se amaban. Sin embargo, sólo los reyes no morían de esa risa y veinte sastres ciegos vinieron con el fin de cortar y coser un velo destinado a cubrir la sardónica. Yo mismo les dirigía, a reculones. Por la tarde, los árboles emprendieron el vuelo, los monos se quedaron inmóviles y yo me vi centuplicado. El tropel que yo era se sentó al borde del mar. Grandes naves de oro pasaban por el horizonte. Y cuando se hizo completamente de noche, cien llamas vinieron a mi encuentro. Procreé cien hijos varones cuyas nodrizas fueron la Luna y la colina. Los niños amaron a los reyes sin huesos que eran agitados en los balcones. Llegado al borde de un río, lo tomé con ambas manos y lo blandí. Esta espada apagó mi sed. Y la fuente lánguida me advirtió que si yo detenía el Sol lo vería, en realidad cuadrado. Centuplicado, yo nadaba hacia un archipiélago. Cien marineros me acogieron y, después de llevarme a un palacio, me mataron noventa y nueve veces. Estallé de risa en ese momento y bailé mientras ellos lloraban. Bailaba a cuatro patas. Los marineros no osaban moverse porque yo tenía el aspecto pavoroso de un león.
    A cuatro patas, a cuatro patas.
    Mis brazos y mis piernas se parecían y mis ojos multiplicados me coronaban atentamente. Me volví a levantar después para bailar como las manos y las hojas.
    Yo usaba guantes. Los isleños me llevaron a sus huertos para que cogiera frutos semejantes a mujeres. Y la isla, a la deriva, fue a colmar un golfo donde surgieron, seguido, de la arena árboles rojos. Un animal blando cubierto de plumas blancas cantaba inefablemente y todo un pueblo le admiraba sin cansarse. Volví a encontrar en el suelo la cabeza hecha de una sola perla que lloraba. Blandí el río y la multitud se dispersó. Algunos ancianos comían apio e, inmortales, no sufrían más que los muertos. Me sentí libre, libre como una flor en su estación. El Sol no era más libre que un fruto maduro. Un rebaño de árboles pacía estrellas invisibles y la aurora daba la mano a la tormenta. Entre los mirtos se sufría la influencia de la sombra. Todo un pueblo hacinado en un lagar sangraba cantando. Del licor que salía del lagar nacieron hombres. Blandían otros ríos que se entrechocaban con un ruido argentino. Las sombras salieron de los mirtos y se fueron a los jardincillos regados por un surtidor de ojos de hombres y de animales. El más bello de los hombres me cogió por la garganta, pero conseguí derribarle. De rodillas, me mostró sus dientes. Los toqué. Salieron sonidos que se transformaron en serpientes del color de las castañas y su lengua se llamaba Santa Fabeau. Desenterraron una raíz transparente y comieron de ella. Era tan gruesa como un nabo.
    Y mi río en reposo los inundó sin ahogarlos.
    El cielo estaba lleno de heces y de cebollas. Yo maldecía a los astros indignos cuya claridad manaba sobre la Tierra. Ninguna criatura viviente aparecía ya. Pero los cantos se elevaban por todas partes, visité ciudades vacías y chozas abandonadas. Recogí las coronas de todos los reyes e hice con ellas al ministro inmóvil del Mundo locuaz. Naves de oro, sin marineros, pasaban por el horizonte. Sombras gigantescas se perfilaban sobre las velas lejanas. Varios siglos me separaban de esas sombras. Me desesperaba. Pero yo tenía conciencia de las diferentes eternidades del hombre y de la mujer. Sombras disparejas ensombrecían con su amor escarlata los velámenes, mientras mis ojos se multiplicaban en los ríos, en las ciudades y en la nieve de las montañas.

Libros de APOLLINAIRE GUILLAUME - Cafebrería El Péndulo.

Un mes antes de su muerte la definió como la enfermedad de moda. Poco podía sospechar Guillaume Apollinaire que la fulminante gripe española le arrancaría la vida el 9 de noviembre de 1918, a las seis de la tarde. Las versiones difieren en función del protagonismo del narrador. Jean Cocteau y Blaise Cendrars estuvieron junto al finado hasta el último suspiro, mientras en la calle los transeúntes proferían muertes a otro Guillermo, el recién abdicado emperador de Alemania.


Autorretrato tras conocer la noticia de la muerte de Apollinaire
Pablo Picasso
Autorretrato tras conocer la noticia de la muerte de Apollinaire
1918
Lápiz sobre papel, 34 x 26,8 cm
Colección particular
© Colección particular. Reproducción fotográfica, Béatrice Hatala

Tras saber la noticia Pablo Picasso se autorretrató como nunca antes lo había hecho, con una expresión de estupor bien consciente. Con el fallecimiento de Apollinaire terminaba su juventud gloriosa e iniciaba su etapa hacia los altares del arte del siglo XX. El adiós del poeta no tendría consecuencias para el mañana porque una legión de bardos parecía ansiosa por recoger el testigo y recorrer el camino no tanto desde el verso, sino desde la promoción personal para acaparar los focos. Breton, Soupault, Cocteau, Tzara y muchos otros estaban al acecho en la senda de convertir la palabra en imagen, de lucir la vanguardia en el sacrificio de la palabra. El entierro del gigante inauguraría los fastos de la promoción de uno mismo, de la que fue pionero con su estela iconoclasta.



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