En busca del tiempo perdido
La hipersensibilidad que Hanno Buddenbrook personificaba y que tanto fascinaba a Thomas Mann, era sin duda el rasgo específico del novelista que escribió una de las novelas contemporáneas más extensas: Marcel Proust (1871-1922), el autor de En busca del tiempo perdido (A la recherche du temps perdu) . Durante su juventud, Proust se esforzó por acceder a esa alta sociedad snob que describía en sus novelas, pero después se distanció de ella y se aisló en una habitación para escribir.
La sucesión de los distintos volúmenes comenzó con la publicación de Por el camino de Swann . Aquí el narrador recuerda su infancia en su casa de París y el tiempo que pasó en casa de sus parientes de Combray, incluyendo la adoración que sentía por Gilberte, la hija de Swann. Después, remontándose aún más en el pasado, relata el amor de Swann hacia Odette.
En A la sombra de las muchachas en flor , el segundo volumen, el narrador está en París, donde va apagándose su amor por Gilberte. Un par de años después, cuando se hallaba en compañía de unas mujeres ávidas de diversión, se enamora de Albertine.
En El mundo de Guermantes , el narrador describe cómo prepara el terreno para acceder a la exclusiva sociedad de los Guermantes, hasta que finalmente logra ser invitado a la fiesta que da la duquesa. En este libro también muere su querida abuela.
Sodoma y Gomorra trata de dos temas relacionados entre sí: la homosexualidad del barón Charlus y la actitud de la sociedad hacia los judíos durante el caso Dreyfus (un caso real): Dreyfus, un militar francés de origen judío, fue condenado a muerte por alta traición a partir de pruebas falsas; la revisión de este error judicial provocó una oleada de antisemitismo. El narrador regresa a Balbec, donde el barón Charlus introduce a su amante Morel en las veladas de los Verdurin. Por otra parte, su amor hacia Albertine se aviva cuando sospecha que es lesbiana.
En La prisionera , el narrador describe cómo vigila sin cesar a Albertine. Los Verdurin provocan la escandalosa separación de Charlus y Morel, y Albertine huye.
Albertine desaparecida relata la muerte de Albertine, y el narrador observa cómo el olvido va borrando su dolor. Gilberte se casa con el nuevo amante de Morel, St. Loup.
El tiempo recobrado nos conduce a la I Guerra Mundial, que actúa como un acelerador del tiempo. El narrador asiste a una fiesta celebrada en casa de la nueva princesa de Guermantes, la que friera Madame Verdurin, y la encuentra tan cambiada que apenas es capaz de reconocerla. Rememora tres momentos del pasado y llega a la conclusión de que su verdadera vocación es inmortalizar sus vivencias a través del arte.
Para Proust, el recuerdo es una poderosa forma de experiencia involuntaria que no puede procurar ni el suceso mismo ni la elaboración consciente del recuerdo. De forma inesperada, una asociación incidental hace que nos invadan recuerdos que pueden producir una simultaneidad de pasado y presente y hacer visible, de este modo, una realidad más allá del tiempo. Proust ilustra este sentimiento en el episodio más famoso de su laberíntica novela, un episodio conocido incluso por quienes nunca han leído nada de Proust: «En el mismo instante en que este sorbo de té mezclado con sabor a pastel tocó mi paladar […] el recuerdo se hizo presente […] Era el mismo sabor de aquella magdalena que mi tía Leonie me daba los sábados por la mañana […] Tan pronto como reconocí el sabor de aquella magdalena […], apareció la casa gris y su fachada, y con la casa la ciudad, la plaza a la que se me enviaba antes del mediodía, las calles […]».
Esta novela es la más profunda inmersión en las aguas del recuerdo que jamás se ha realizado en la literatura universal. Es significativo que esta exploración se emprendiera justamente cuando Freud desarrollaba el psicoanálisis como método capaz de hacer aflorar los recuerdos reprimidos.
Dietrich Schwanitz
por M Proust - Mencionado por 17 - Artículos relacionados
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