“(…) tengo la impresión de que el mundo fue igual desde mi nacimiento hasta que los Beatles empezaron a cantar. Todo cambió entonces. Los hombres se dejaron crecer el cabello y la barba, las mujeres aprendieron a desnudarse con naturalidad, cambió el modo de vestir y de amar, y se inició la liberación del sexo y otras drogas para soñar”. Gabriel García Márquez1
AUGUSTO DORADO
Número 13, septiembre 2014.
Medio Siglo de “Beatlemanía”
En este 2014 se cumplen 50 años de una fiebre musical que se expandió a escala mundial: la devoción por The Beatles, un grupo de Liverpool que ya era un fenómeno en el Reino Unido. Aquel 1964 cruzaron por vez primera el Atlántico para unas presentaciones en la televisión norteamericana que prácticamente paralizaron medio país (cálculo basado en las mediciones de audiencia del famoso Show de Ed Sullivan) y catapultaron su éxito con la película “A hard day´s night”.
En lo que a Argentina respecta, se cumple medio siglo de la edición de sus primeros dos discos (LP para la época) “Please, please me” –grabado en 1962– y “With The Beatles” del ‘63. Para ser estrictos, el sello Odeón (subsidiario de EMI) había editado previamente un simple o single, aquellos disquitos más pequeños con uno o dos temas por lado que tenían la ventaja de ir instalando éxitos de las bandas antes de lanzarse a grabar un álbum entero, y que además eran más baratos y prácticos de llevar para pasar música en una fiesta. Contenía “Para ti” (“From Me To You”) del lado A y “Gracias nena” (“Thank You Girl”) del lado B, pero bajo el nombre de Los Grillos (The Crickets), curiosa mala traducción de algún empleado gris y rutinario de Odeón. Tal vez sin quererlo, el traductor despistado rindió homenaje a las influencias primarias de los “Fabulosos 4”. The Crickets era la banda que acompañaba a Buddy Holly, que junto a Elvis Presley y los Everly Brothers, fueron la principal inspiración de los colegiales Johnn Lennon, Paul Mc Cartney y un más chiquilín George Harrison para armar The Quarrymen en 1957. Pero para cuando aparece aquel simple nacional de Odeón ya eran los Beatles, juego de palabras entre “beetle” (escarabajo, inocultable homenaje a aquellos grillos de Buddy Holly) y “beat” (ritmo).
Entonces bien, aprovechemos la efeméride para reflexionar sobre algunos de los fundamentos a partir de los cuales podemos discutir si los Beatles fueron o no la mejor banda de música popular (para no encasillarlos sólo en el rock) de todos los tiempos.
Héroes de la clase obrera
En 1961, Liverpool era una ciudad portuaria importantísima (capital del condado de Merseyside) que había sufrido varios bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial. Todavía quedaban en pie en algunos rincones de la ciudad las evidencias lúgubres de construcciones devastadas. Brian Epstein, dueño de una importante disquería local, se moría de curiosidad por saber quiénes eran los tales Beatles; no paraban de ingresar clientes que le pedían una grabación de esta banda junto al conocido cantante Tony Sheridan que habían registrado en Alemania.
No podía sonar más exótico y sin embargo eran unos chicos de la ciudad que solían tocar en The Cavern Club (un boliche en un sótano que había servido de refugio antibombas durante la guerra). Decidió ir a verlos y no dudó un segundo en ofrecerse como mánager y ayudarlos a grabar en alguno de los principales sellos. Primer elemento a tener en cuenta: los Beatles eran pibes “de provincia”. Liverpool está a unos 341 kilómetros de ruta al noroeste de Londres y era una ciudad culturalmente mucho menos prolífica que la capital. Los estudios de grabación estaban todos en Londres y a su vez eran propiedad de los sellos discográficos existentes. Para tener una idea cercana, es como si hubieran sido una banda de una ciudad con poca tradición rockera en comparación al centro, como podría ser Mar del Plata o Córdoba. Pero además por su origen social eran lo que se consideraba “hijos de la clase obrera”. De hecho, Mc Cartney era hijo de una enfermera y un vendedor de algodón, el padre de Harrison era chofer de colectivo, Lennon era hijo de madre soltera y fue criado por sus tías. Ellos mismos se enorgullecían de su condición: “Fuimos los primeros cantantes de la clase obrera que seguían siendo de la clase obrera, hablaban como obreros y no intentaban cambiar su acento”, solía recordar Lennon. Eran como todos los chicos que idolatraban a viejas estrellas como los Shadows (la banda más importante de Inglaterra antes de los Beatles). Hijos de trabajadores, con lo cual lograban una empatía con su público, primero en su propia ciudad y luego –una vez fichados por el productor George Martin para trabajar con el sello Parlophone de EMI– en todo el Reino Unido.
En Liverpool, le daban color y un mensaje de alegría a una ciudad que recién comenzaba a recuperarse del trauma de la guerra, y lo consiguieron con mucho sacrificio, profesionalizándose en agotadores shows en clubes de mala muerte en la ciudad alemana de Hamburgo. Nacionalmente, eran vistos como chicos del interior que empezaron a tener éxito y transmitían una ilusión de ascenso social siendo muy jóvenes. Segunda cuestión: su juventud. Recién a principio de la década del ‘60 comienza a generarse una identidad juvenil que anteriormente casi no existía. En la década del ‘50, era común en Inglaterra que alguien de 20 años ya estuviera listo para casarse, tener hijos y vestirse de traje o vestido como sus padres de 40 años. Casi no se percibía una diferencia generacional. Pero en los ‘60, una serie de cambios como una reforma educativa que facilitaba el acceso a estudios superiores (por ejemplo, a escuelas de arte que fueron el semillero de muchas generaciones de músicos, Lennon incluido) o la invención de las primeras pastillas anticonceptivas, por citar algunos cambios, ampliaron el universo de los jóvenes que ya no tenían que seguir necesariamente el mandato de sus padres de formar prematuramente una familia tradicional. Los Beatles fueron el símbolo de esa irrupción de la juventud en los tempranos ‘60, le aportaron identidad2.
Can’t Buy my love…
Tras grabar su exitoso primer disco, el manager Brian Epstein sugirió (o más bien impuso) un cambio de imagen. Quería que la banda, aunque identificara a los jóvenes, fuera aceptada también por los padres y las familias de los jóvenes. Ya nada de camperas de cuero y camisetas a lo James Dean que tanto le gustaban a Lennon (y que retomaría años después en la tapa de su disco solista Rock and Roll, a modo de venganza); de ahora en adelante, uniforme. Peinado prolijo, corbata finita y traje. Si bien aceptaron el cambio en pos de lograr mayor aceptación y masividad, la imposición tal vez les acentuó la necesidad de tener una actitud desfachatada ante la autoridad.
Como ya eran famosísimos en 1963, la corona británica los invitó a participar del Royal Variety Show, un evento anual que organizaba para mostrar una imagen modernizada. “Los de los asientos más baratos pueden aplaudir, pero los demás bastará con que sacudan sus joyas”, desafiaba sarcásticamente Lennon. La ironía no provocó gran revuelo y hoy se la puede considerar inofensiva, pero por esos años hasta un leve cuestionamiento a la aristocracia era impensado, y con ese tipo de actitudes fueron ganando mayor simpatía entre los jóvenes británicos.
Tercer elemento: lograron erigirse como un símbolo de irreverencia ante la autoridad, en una época en que empezó a haber un mayor cuestionamiento social. En ese mismo año ‘63, sacudió a la política inglesa lo que se conoció como “el caso Profumo”, el affaire del ministro de Defensa del gobierno conservador con una bailarina que a la vez era amante de un espía soviético, incidente que desgastó a los conservadores y llevó a una ajustada victoria laborista en las elecciones del año siguiente pero que además tuvo el efecto de cierta pérdida de autoridad de uno los principales partidos tradicionales. Esto a su vez dio lugar a que desde el poder intentaran apropiarse de la popularidad de los Beatles: el candidato laborista –luego primer ministro– Harold Wilson les entregó una condecoración, en una gira por Filipinas fueron expulsados del país por haber osado negarse a un encuentro con la esposa del presidente Marcos, y en el año ‘65 la reina los condecoró como “Miembros de la Orden del imperio Británico”. Aceptar esa mención fue una decisión muy debatida entre los miembros de la banda porque dudaban de la conveniencia de ceder tanto ante la principal institución del orden establecido. Epstein los convenció de hacerlo y, a pesar de que contrastaba con la imagen de “chicos malos” de las figuras estelares del sello Decca –los nacientes Rolling Stones–, el acontecimiento fue aceptado positivamente a nivel popular porque era visto como “hijos de la clase obrera entrando por primera vez al palacio de Buckingham”. Para 1968, Lennon pudo darse el gusto de rechazar públicamente esa condecoración en repudio a la intervención británica en Biafra.
Tanto aquella aceptación de honores de los Beatles como la imagen de “chicos malos” de los Stones eran lo que hoy conocemos como estrategias de marketing. Sin embargo, los Fab Four mantuvieron esa actitud de irreverencia y desfachatez que los hizo tan populares, lo que en algún momento incluso les trajo problemas para sostener esa estrategia: las airadas protestas de las asociaciones cristianas estadounidenses finalizaban con la quema de sus discos por las declaraciones en las que Johnn aseguró: “Somos más populares que Jesucristo y no sé qué desaparecerá antes, si el rock o el cristianismo”.
Escuela de rock
Desde el punto de vista estrictamente musical, los Beatles fueron los primeros músicos en componer la mayoría del repertorio que interpretaban. Hasta el momento, los grandes intérpretes basaban su repertorio en composiciones ajenas de autores profesionales que sus productores elegían para transformarlos en estrellas. Lennon y Mc Cartney demostraron desde muy temprano ser un espectacular dúo compositivo, y tanto ellos –que se alternaban en la voz principal– como Harrison y luego Ringo Starr (que fue mejorando paulatinamente desde su ingreso a la batería, sugerido por el productor George Martin para reemplazar al menos profesional Pete Best) eran muy buenos músicos, con capacidad para hacer coros –al estilo de los grupos vocales de los ‘50– mientras tocaban sus instrumentos, otro sello distintivo de la banda que los destacó sobre el resto.
Además revolucionaron la industria discográfica al lograr imponerle al productor el repertorio que buscaban grabar. La figura de un productor se podría comparar a la del director técnico en el fútbol. George Martin jugó un rol destacadísimo en ese lugar, al punto de ser considerado el “quinto Beatle” y con justicia, ya que además de tocar el piano en varias de las primeras grabaciones, tomó decisiones muy acertadas en cuanto al sonido y el armado final de las canciones. Tuvo la flexibilidad suficiente como para ceder protagonismo ante la insistencia de los chicos de Liverpool y permitirles que grabaran sus composiciones “Love me do” y “P.S. I love you” como primer single. El hecho de que los músicos fueran parte de las decisiones en un estudio de grabación era toda una novedad, ya que los productores trabajaban directamente para los sellos –que buscaban asegurarse éxitos– y no para las bandas. En este punto aquel single y su primer álbum fueron un antes y un después.
Por otro lado, del repertorio que eligieron en su etapa temprana figuraban versiones de grupos femeninos del sello Motown, como “Please Mr. Postman” de The Marvelettes. A finales de los ‘50, cuando las primeras estrellas del naciente rock se iban apagando o relegaban su actividad musical (Elvis hizo una pausa para cumplir el servicio militar, Buddy Holly y Ritchie Valens fallecieron en un accidente aéreo, Little Richard se refugió en sus creencias religiosas), ocuparon la escena conjuntos de músicos afroamericanos de Rythm&Blues y Soul, de los sellos Motown de Detroit y Stax de Memphis. Los Beatles no olvidaron esa importante influencia. Un grupo de chicos blancos ingleses que le rendían tributo a músicos negros, y que además no tenían prejuicios en interpretar temas escritos originalmente con un punto de vista femenino. Esto les daba una amplitud que trascendía lo musical, en una época en la que comenzaba cierta liberación sexual (además de métodos anticonceptivos novedosos, a mitad de los ‘60 se comenzó a despenalizarse la homosexualidad en el Reino Unido), otro motivo por el que se erigieron en símbolo cultural de la nueva década.
Revolution
Para 1966, los vientos de prosperidad comenzaban a menguar en el Reino y las ilusiones de progreso social se empezaban a desvanecer. John, Paul, George y Ringo, acompañaron ese sentimiento social de dos maneras. Por un lado, viraron de composiciones alegres y positivas a otras más enfocadas en planteos existenciales y mucho más complejas musicalmente. Esa transición comenzó en el disco Revolver, que abre el tema “Taxman”, que empieza con: “Te cuento cómo va a ser, hay uno para vos, diecinueve para mí, porque soy el recaudador de impuestos”, (y hace referencia a los líderes laboristas y conservadores), y cierra con “Tomorrow never knows”, canción basada en el Libro tibetano de los Muertos en la que Lennon quería sonar “como el Dalai Lama cantando desde la cumbre de una montaña”3, que además era una asombrosa composición psicodélica en un solo tono. El cenit de ese camino llegó con Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, donde ya no ocultaban la experimentación con las drogas para componer. Por otro lado, pasaron a identificarse abiertamente con el movimiento hippie, el pacifismo, las protestas contra la guerra de Vietnam y el Mayo Francés del ‘68. Ese proceso fue desparejo porque aunque los cuatro maduraron, lo hicieron en distintos sentidos: John ponía el acento en problemas sociales y políticos (llegando a simpatizar con el movimiento trotskista4); Paul –líder en última instancia del grupo– buscaba profundizar en la experimentación musical, George en el costado místico y Ringo un poco al margen se hacía un lugar en la escena del rock.
Esas tensiones artísticas, además del fracaso comercial de su emprendimiento empresarial Apple Corps. (con el que probaron ser mecenas de nuevas figuras del arte), los proyectos solistas y la distancia personal por sus vidas en pareja (con Yoko Ono y Linda Eastman), decantaron en el final de la banda con el comienzo de la nueva década del ‘70. Por último, lograron identificación con movimientos sociales en una época convulsiva y se retiraron a tiempo, cuando todavía estaban en su punto más alto pero se agotaba la química entre ellos.
Conclusión
No extraña que grandes músicos desde los Oasis y Blur hasta Caetano Veloso, pasando por los locales Charly García o Pedro Aznar, e incluyendo a íconos del punk que renegaban del legado Beatle, como Mick Jones de los Clash o Glen Matlock de los Sex Pistols, los tengan como su principal influencia. ¿Por qué dejaron una huella más profunda que otras grandes bandas contemporáneas a ellos como los Rolling Stones, The Kinks (con un letrista brillante como Ray Davies) o The Who (guitarra y batería entre las mejores de la historia)?
Probablemente porque hicieron escuela y le marcaron el paso a los demás, al menos en los aspectos que aquí destacamos. Contribuyeron a elevar el nivel general de los artistas de la época: es conocido el caso de Brian Wilson de los Beach Boys, que al escuchar el Rubber Soul, se encerró enloquecido a componer Pet Sounds, otro de los discos que dejaron huella en la historia de la música popular.
Si estas líneas lograron mover al lector a rescatar sus CD, LP, o buscar en Youtube el Sgt. Pepper’s, Revolver o el Álbum blanco, estará la idea cumplida. Es allí donde encontrará la respuesta a la pregunta que titula la nota. Dudamos que alguien conteste con un no.
1. “Sí: la nostalgia sigue siendo igual que antes”, nota publicada en el diario español El País el 16/12/1980.
2. “Yo creo que, sobre todo en los viejos tiempos, el espíritu de The Beatles sugería algo muy esperanzador y juvenil”, declaraba Paul Mc Cartney en una entrevista publicada en el libro Anthology.
3. El sonido de los Beatles: memorias de su ingeniero de grabación, Geoff Emerik y Howard Massey, 2006, Ed.Urano
4. Como lo expresa la entrevista realizada por Tariq Alí y Robin Blackburn publicada en el periódico Red Mole en 1971, luego de la cual compuso el tema “Power to the people” (Poder al pueblo).
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